Pienso que el tiempo que pasamos con cada amigo, es lo que hace a cada amigo tan importante.
Las amistades se construyen de a pedacitos.
Pedacitos de tiempo que vivimos con cada persona.
No importa la cantidad de tiempo que pasamos con cada amigo, sino la calidad del tiempo
que vivimos con cada persona.
Cinco minutos pueden ser más importante que un día entero.
Así, hay amistades hechas de risas y dolores compartidos; otras de la escuela, otras de salidas, cine y diversión; también están aquéllas que nacen y no sabemos de qué o por qué, pero sabemos que están presentes.
También hay muchas amistades hechas sólo de e-mails, nuestras “amistades virtuales” nos hacen reir, pensar, reflexionar...
Aprendemos a apreciar a las personas sin juzgarlas por su apariencia o modo de ser, sin poder etiquetarlas (como a veces hacemos inconcientemente).
Hay amistades profundas que nacen así.
Pienso que el tiempo que pasamos con cada amigo es lo que lo hace tan importante.
Porque el tiempo “perdido” con amigos no existe es tiempo ganado, aprovechado, vivido.
Son recuerdos para un momento o para toda una vida.
Un amigo se torna importante para nosotros y nosotros para él, cuando somos capaces, aún en su ausencia, de reír o llorar, de extrañar o querer estar cerca de él sólo para disfrutar de su compañía.
Podemos tener varios mejores amigos de diversas maneras. Lo importante es saber aprovechar al máximo cada minuto vivido y tener después, en nuestros recuerdos, horas para pasar con ellos, aunque estén lejos.
Aunque te parezca raro a los amigos hay que invertirles. Si invertirles tiempo y dinero. Pensar en ellos, en que les gusta y cultivarlos sin esperar nada a cambio.
“TÚ MISMO ERES RESPONSABLE DE LO QUE COSECHAS”.
REFLEXIONES DE UN SACERDOTE CATOLICO
La amistad es uno de los más hermosos regalos que Dios nos concede. No se mide en años, sino en momentos compartidos con amor y sinceridad. Cada conversación, cada risa, cada silencio compartido es un pedacito de eternidad sembrado en el corazón. El Señor nos enseña que donde dos o más se reúnen en su nombre, allí está Él (Mt 18,20). Por eso, el tiempo entregado a un amigo nunca es tiempo perdido, sino tiempo sagrado. En un mundo apresurado, detenerse para escuchar, acompañar o simplemente estar, es una forma de amar. Las verdaderas amistades son reflejos del amor de Dios.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios