Bendito sea el lugar donde todo comenzó, y
el motivo que nos juntó. ¡Qué coincidencia tan perfecta! Bendito
el reloj que nos trajo puntuales a este encuentro mágico. Y, sobre
todo, bendita sea tu presencia, que me quita esta soledad que
llevaba en mi destino.
Esa luz, esa luz de tu mirada… ¡qué maravilla!
Brilla desde el alma y me llena de vida. Al principio, esos ojos me esquivaban
y parecían ignorarme, pero de repente, te atreviste a sostener mi mirada. ¡Bendito
Dios por encontrarnos en este camino!
Es una gloria divina haber cruzado nuestros
destinos en el momento justo. Gracias al cielo por liberarme de la soledad y
traer tu luz a mi vida. Ahora, benditos esos momentos cerquita del mar,
llenos de besos y risas, porque cada instante a tu lado es un
regalo.
Así que aquí estoy, agradeciendo por cada mirada,
cada sonrisa y cada abrazo. ¡Qué bendita eres, amor mío!

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