Yo quise darte todo, todo de mi vida.
Saqué lo más profundo de mí, lo que en mi interior crecía. Tenía una
obsesión inmensa por hacerte mía, y esa voz en mi pecho no dejaba de repetirme
que tú eras la indicada. Pero, ¿sabes qué? Las cosas buenas siempre
cuestan tanto.
Fue un error luchar contra todo tu encanto. Arriesgué
hasta la última gota de mi ser por ti, y ahora solo me queda el llanto que refleja
mi triste derrota.
Y ahora te
vas, dejándome con la certeza de que nunca podré lograr que en tu alma habite el amor que yo
sentía por ti. Me pregunto: ¿a quién le darás todo lo que no me diste a mí?
¿Quién llorará por ti como yo algún día?
Es
doloroso, lo sé. Pero así
es el amor: una montaña rusa donde a veces se pierde más de lo que se gana. Fue
por demás arriesgarme en esta batalla perdida. Al final, solo queda
el eco de mi corazón, que sigue latiendo por ti mientras tú sigues tu camino.
Así que, aunque duela, tengo que dejarte ir. Y
aunque el amor no se olvide, aprenderé a vivir con este vacío. Oh,
quién pudiera borrar lo que nunca fue.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios