¿Alguna vez te has preguntado qué
queda de nosotros cuando el mundo decide olvidar? Antes de que nos borren,
antes de que el tiempo pase sin dejar rastro, ¡hagamos historia!
No somos de los que se arrodillan ni se rinden, porque el alma
no se puede encadenar.
En
cada paso, vamos a buscar
lo que queda, a rasgar las paredes que nos limitan y recordar
quiénes somos. Porque a veces, para seguir adelante, hay que dejar partes de
nosotros atrás. Pero lo importante es el eco que dejamos en los
corazones.
Nos evaporaremos en los recuerdos,
subiendo al cielo como el humo, para luego volver con la lluvia
que nutre y renueva todo lo que toca. Y así, como lluvia, el amor será eterno, un
recordatorio de que la libertad y el amor no pueden morir.
Aunque
tú te vayas, aunque decidas olvidarme, no importa. Te pondré en un altar rodeado de veladoras,
donde tu nombre será una luz eterna, una promesa de que siempre
cuidaré de tu alma.
Porque el amor, aunque duela, aunque dures, es lo único que nunca se olvida.
Vivamos a lo grande, antes de que nos olviden. ¡Hagamos
ruido, dejemos huella! Porque nuestro amor, nuestra libertad, es lo
único que realmente perdura.
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