Las parejas formadas por personas que
difieren mucho en edad tienen dificultades añadidas a las de cualquier otra. Se
debe ser consciente de ellas y de cómo solucionarlas. Quince años o más de
diferencia entre una persona aún joven, de menos de 25 años, y su pareja, o de
20 o más años entre una persona ya madura y su compañero/a sentimental,
constituye, sin lugar a dudas, una dificultad extra en cualquier relación. Si la diferencia es de 25, 30 o
más años los problemas añadidos son de tal magnitud que ignorarlos constituye
una temeridad. Este tipo de pareja no es infrecuente.
¿Por qué se dan?
Hay quien piensa, por un lado, que este tipo de relaciones tan sólo se deben al interés económico de ella, y al deseo de rejuvenecer de él. En efecto esta es una de las causas que se dan en algunos casos, únicamente en algunos. Claro que este tipo de uniones no deberíamos calificarlas de parejas, sino más bien de contratos mercantiles. Se dan más entre personas de alto nivel económico y social, suelen durar cierto tiempo o simplemente hasta que la persona más mayor, generalmente el hombre, fallece. Las aventuras extraconyugales de la persona más joven, los celos de la más mayor, y un cierto desinterés emocional compatible con una corrección en las formas son tónica habitual en estos casos.
Hay un segundo tipo de parejas de edad
muy distinta. Todos
los hombres buscan en la relación de pareja que ella haga “un poco” de madre,
de esa madre que consuela, cuidada, atiende. Todas las mujeres buscan “un poco”
que él haga de padre, de ese padre que protege, satisface necesidades, y abraza
en momentos de miedo y desconsuelo. Este deseo de hombres y mujeres es
perfectamente normal, totalmente compatible con un buen funcionamiento de
pareja, sumamente gratificante y hasta deseable en cualquier unión, incluidas
las formadas por personas del mismo sexo. Eso sí, siempre que esta búsqueda de
una actitud maternal – paternal no sea constante ni rígida, que sea
intercambiable y no muy marcada.
Jamás dejes de lado las dificultades
extras en este tipo de relación. Conocerlas y aceptarlas es empezar ya a
dominarlas
Son varios factores los que suelen
estar presentes en éstas relaciones en las que él podría, por edad, ser el hijo
de ella:
- El miedo de la mujer a relacionarse con hombres de su edad, a quien viven como “más peligrosos”.
- La necesidad del hombre de reeditar la etapa de cuidados maternales seguramente no satisfechos en la infancia.
- La necesidad del hombre y de la mujer de dirigir hacia personas viables sus deseos sexuales, ya que no pueden hacerlo hacia sus progenitores y descendientes respectivamente.
- El deseo de ellas de vivir la etapa juvenil en la que no quedaron mínimamente satisfechas sus expectativas vitales.
Por último, el tercer tipo de parejas,
quizás el más numeroso, está formado por personas que reúnen todos los
requisitos para sentirse atraídos: semejantes sufrimientos emocionales, distintos pero
complementarios mecanismos para sobrellevarlos, esquemas similares de cómo debe
ser una relación de pareja, estilos de hacer el amor compatibles… y ello con independencia de que
el mayor sea él o sea ella. Este alto grado de compatibilidad les lleva
a intentar una relación de pareja estable a pesar de una marcada diferencia de
edad. Les guía en definitiva el amor, el sincero interés por el otro, la
maravillosa experiencia de sentirse fundidos en una entidad llamada pareja.
Tienen derecho a vivir estas experiencias.
¿Qué problemas conlleva este tipo de
relación?
La pareja es compartir. Compartir no sólo lo material, el espacio físico, la alegría o la enfermedad, sino también, y quizás prioritariamente, las emociones, aquello que alegra, entristece, hace vibrar a nuestro corazón, o simplemente inquieta. ¿Cómo podrá una persona de 60 años compartir con su pareja de 30 la experiencia de envejecimiento, de limitaciones físicas que la edad va ineludiblemente dando? Al mismo tiempo ¿cómo podrá el miembro más joven de la pareja compartir su todavía inmensa fuerza creativa y emprendedora? ¿Cómo compartir la ilusión por un futuro mejor cuando a uno le queda casi toda la vida por delante mientras que el otro tiene casi toda ya vivida?
Estos son únicamente algunos de los
muchos ejemplos en los que es difícil compartir la vida con alguien de muy
distinta edad:
LOS CELOS
El manejo de esa sensación ácida de los celos, el miedo a la infidelidad de la pareja, el grado de libertad que cada uno se otorga en la relación con otras personas de sexo contrario…. es uno de los temas delicados y potencialmente conflictivos en cualquier pareja. En las de mucha diferencia de edad se convierte en un gigante que puede terminar haciendo sucumbir la relación.
El más
mayor, habitualmente el hombre, suele temer la presencia de rivales más
jóvenes, más atractivos, con mayor capacidad sexual. Por ello las actitudes de
sabotaje hacia la persona más joven son frecuentes en algunas de estas parejas,
tal como favorecer que padezca una llamativa obesidad, o reforzar su
inseguridad.
AMISTADES DE EDADES Y AMBIENTES
INCOMPATIBLES
No se tiene el mismo tipo de amistades, ni se gusta de frecuentar el mismo tipo de ambientes a los 30 que a los 60, o a los 40 que a los 75… Esto puede privar a las personas que mantienen éstas relaciones de la satisfacción de juntar a sus amigos con su pareja, y puede producir roces y malentendidos con las amistades del otro ya que funcionan con esquemas muy distintos a los habituales para uno mismo.
DISTINTAS POSIBILIDADES SEXUALES
La sexualidad sólo termina con la muerte pero va cambiando con el paso del tiempo. Las mujeres suelen estar en el máximo de su potencial sexual, de su capacidad para disfrutar de tocar y ser tocadas, en torno a los 38 años. Su deseo, sus orgasmos, la capacidad para liberarse de miedos… están en su punto álgido. Si su pareja tiene alrededor de 65 ó 70 años seguramente tiene un impulso sexual mucho más bajo. Un hombre de esta edad suele tener una necesidad sexual claramente menor que cuando estaba a punto de cumplir los 40. La estimulación requiere más tiempo, por ejemplo, y algunas posturas ya no son viables.
No juzgues como “interesada” a cualquier relación de este tipo, en muchas de ellas también existe el amor.
RECHAZO DE LAS FAMILIAS
Con razón o sin ella es frecuente que tanto la familia de la persona más joven como la de la más mayor no vean con buenos ojos este tipo de uniones. De no lograr que reconsideren su postura será un dolor para cada protagonista el no poder gozar de la dicha de que su pareja y su familia se encuentren satisfactoriamente, que sus dos pilares afectivos estén “en paz”. Las principales dificultades se encuentran con los suegros, que pueden ser demasiado mayores o menores que una de las partes, o la relación con los hijos de una pareja, si los tiene, ya que pueden incluso ser de mayor edad.
¿De qué manera enfrentarse a estos
problemas?
Ante todo, y sobre todo, siendo muy conscientes de que existen, todo lo contrario de lo que se suele hacer. Ocultar un problema, no hablarlo, adoptar posturas que tienden a negar la evidencia, no sólo no contribuye a sobrellevarlo sino que es el requisito para que antes o después desborden a sus protagonistas. Tanto en su formación, como de cuando en cuando en la convivencia, las parejas con mucha diferencia de edad deben pararse y revisar cada uno de estos apartados, u otros que en su caso concreto supongan dificultades:
Un
vivo interés por las cuestiones del otro, aún cuando por la propia edad esas
cuestiones “queden muy lejos” en la experiencia vital actual, será
imprescindible, pero sin por ello caer en el autoengaño de creer que pueden ser
vividas como propias cuestiones que sólo se pueden vivir con emoción cuando la
edad y las circunstancias acompañan para ello.
Una especial generosidad de cada uno para adaptarse al ambiente, a las amistades, al estilo del otro, es imprescindible. También habrá que aumentar el grado en que cada uno da “permiso” al otro para hacer actividades y frecuentar ambientes que le son propios y difícil de compartir con la pareja.
Aprender a satisfacer sexualmente al
otro siguiendo sus esquemas, su ritmo, y sus preferencias, alternando los
estilos y las concesiones, informándose de las particularidades que conlleva la
edad de su pareja.
Así, por ejemplo, un hombre de 60 años necesita una mayor estimulación y más
directamente aplicada a su pene que un hombre de 30, para lograr una buena erección.
Una mujer que ha sobrepasado la menopausia puede requerir lubricación vaginal
artificial, cosa que no ocurre con las mujeres de mucha menos edad. Los tabús
generacionales también se deben tener en cuenta, como podría ser el sexo oral.
Por otro lado el miembro más joven de
la pareja debe dar al de más edad una especial seguridad afectiva, dejarle
claro su amor, señalarle cuántos motivos tiene para quererle. Esta es la mejor forma de reducir
el miedo que provocan los rivales más jóvenes, es decir, los inevitables celos.
En caso de fuertes dificultades un experto en temas de pareja puede ayudarte
Si te encuentras en esta situación
similar o conoces a alguien que atraviese por alguna parecida, buscas a un
psicólogo especializado en terapia de pareja o terapia sexual, no dudes en
consultar con un profesional.
Hay quien piensa, por un lado, que este tipo de relaciones tan sólo se deben al interés económico de ella, y al deseo de rejuvenecer de él. En efecto esta es una de las causas que se dan en algunos casos, únicamente en algunos. Claro que este tipo de uniones no deberíamos calificarlas de parejas, sino más bien de contratos mercantiles. Se dan más entre personas de alto nivel económico y social, suelen durar cierto tiempo o simplemente hasta que la persona más mayor, generalmente el hombre, fallece. Las aventuras extraconyugales de la persona más joven, los celos de la más mayor, y un cierto desinterés emocional compatible con una corrección en las formas son tónica habitual en estos casos.
- El miedo de la mujer a relacionarse con hombres de su edad, a quien viven como “más peligrosos”.
- La necesidad del hombre de reeditar la etapa de cuidados maternales seguramente no satisfechos en la infancia.
- La necesidad del hombre y de la mujer de dirigir hacia personas viables sus deseos sexuales, ya que no pueden hacerlo hacia sus progenitores y descendientes respectivamente.
- El deseo de ellas de vivir la etapa juvenil en la que no quedaron mínimamente satisfechas sus expectativas vitales.
La pareja es compartir. Compartir no sólo lo material, el espacio físico, la alegría o la enfermedad, sino también, y quizás prioritariamente, las emociones, aquello que alegra, entristece, hace vibrar a nuestro corazón, o simplemente inquieta. ¿Cómo podrá una persona de 60 años compartir con su pareja de 30 la experiencia de envejecimiento, de limitaciones físicas que la edad va ineludiblemente dando? Al mismo tiempo ¿cómo podrá el miembro más joven de la pareja compartir su todavía inmensa fuerza creativa y emprendedora? ¿Cómo compartir la ilusión por un futuro mejor cuando a uno le queda casi toda la vida por delante mientras que el otro tiene casi toda ya vivida?
El manejo de esa sensación ácida de los celos, el miedo a la infidelidad de la pareja, el grado de libertad que cada uno se otorga en la relación con otras personas de sexo contrario…. es uno de los temas delicados y potencialmente conflictivos en cualquier pareja. En las de mucha diferencia de edad se convierte en un gigante que puede terminar haciendo sucumbir la relación.
No se tiene el mismo tipo de amistades, ni se gusta de frecuentar el mismo tipo de ambientes a los 30 que a los 60, o a los 40 que a los 75… Esto puede privar a las personas que mantienen éstas relaciones de la satisfacción de juntar a sus amigos con su pareja, y puede producir roces y malentendidos con las amistades del otro ya que funcionan con esquemas muy distintos a los habituales para uno mismo.
La sexualidad sólo termina con la muerte pero va cambiando con el paso del tiempo. Las mujeres suelen estar en el máximo de su potencial sexual, de su capacidad para disfrutar de tocar y ser tocadas, en torno a los 38 años. Su deseo, sus orgasmos, la capacidad para liberarse de miedos… están en su punto álgido. Si su pareja tiene alrededor de 65 ó 70 años seguramente tiene un impulso sexual mucho más bajo. Un hombre de esta edad suele tener una necesidad sexual claramente menor que cuando estaba a punto de cumplir los 40. La estimulación requiere más tiempo, por ejemplo, y algunas posturas ya no son viables.
No juzgues como “interesada” a cualquier relación de este tipo, en muchas de ellas también existe el amor.
Con razón o sin ella es frecuente que tanto la familia de la persona más joven como la de la más mayor no vean con buenos ojos este tipo de uniones. De no lograr que reconsideren su postura será un dolor para cada protagonista el no poder gozar de la dicha de que su pareja y su familia se encuentren satisfactoriamente, que sus dos pilares afectivos estén “en paz”. Las principales dificultades se encuentran con los suegros, que pueden ser demasiado mayores o menores que una de las partes, o la relación con los hijos de una pareja, si los tiene, ya que pueden incluso ser de mayor edad.
Ante todo, y sobre todo, siendo muy conscientes de que existen, todo lo contrario de lo que se suele hacer. Ocultar un problema, no hablarlo, adoptar posturas que tienden a negar la evidencia, no sólo no contribuye a sobrellevarlo sino que es el requisito para que antes o después desborden a sus protagonistas. Tanto en su formación, como de cuando en cuando en la convivencia, las parejas con mucha diferencia de edad deben pararse y revisar cada uno de estos apartados, u otros que en su caso concreto supongan dificultades:
Una especial generosidad de cada uno para adaptarse al ambiente, a las amistades, al estilo del otro, es imprescindible. También habrá que aumentar el grado en que cada uno da “permiso” al otro para hacer actividades y frecuentar ambientes que le son propios y difícil de compartir con la pareja.
En caso de fuertes dificultades un experto en temas de pareja puede ayudarte
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