En
«El método Ikeda», Yoshihiro Ikeda explica que la diversión es clave para
aumentar nuestra retentiva
Si
queremos ponernos en forma, sabemos que lo que debemos hacer es entrenar.
Empezar a comer sano y
dedicar unas cuantas horas de la semana al ejercicio es lo que hará que
alcancemos nuestro objetivo. Lo mismo pasa con nuestra mente. Si
queremos mejorar nuestra memoria y rapidez mental, debemos entrenarla todos los
días, aunque sea un rato.
No
solo tendremos más agilidad mental, si no que ayudaremos a la prevención de
enfermedades como el alzhéimer o la demencia.
Para ello, no hay nada mejor que los consejos de un
«campeón de memoria». En «El método Ikeda» (Kitsune Books), el japones Yoshihiro
Ikeda, campeón de memoria japonés en 2019, y la primera persona de su país en alcanzar el
reconocimiento mundial, plantea una serie de ejercicios para poner
nuestra mente a punto.
El autor explica en el libro que «los sentimientos son muy importantes para la
memoria». Por ello, la tesis en la que se basan sus ejercicios es que,
provocando ciertos sentimientos, nuestra capacidad para memorizar y retener
información mejora. Según
el método que plantea, con dos ejercicios diarios podemos mejorar.
La
diversión y la memoria
Asimismo, apunta la idea de que podemos relacionar una mala memoria con el aburrimiento. Por ello, argumenta que los niños suelen tener mejor memoria, ya que la mayoría de cosas les atraen y emocionan. «Las emociones tienen un gran impacto en el cerebro; si algo tiene impacto en nuestra mente, nos será más facil recordarlo». Por ello, nos resulta complicado retener información sobre temas que no nos producen interés. Es motivando este, la iniciativa, la «diversión», cuando predisponemos nuestra mente a la memorización.
Pero, al igual que los niños muestran gran interés por la
mayoría de cosas, en los adultos es más difícil. Por ello, Yoshihiro Ikeda
considera clave desarrollar la motivación. «La clave es la sensación que nos produce descubrir algo
nuevo, esa famosa bombilla de los comics cuando alguien tiene una idea.
La inspiración que nos provoca entender o descubrir algo tiene un gran impacto en el
cerebro y hace que la información se nos quede grabada», explica en el
libro.
Estar
«presentes» para memorizar
Para alcanzar este objetivo, debemos entrenar nuestro nivel de consciencia, porque solo en esta seremos capaz de mejorar nuestra memoria. Comenta que existen cinco «sensores» que activan nuestra inspiración, y solo desde un nivel de acción presente podremos utilizarlos. Está el «sensor» de detección, con el que el cerebro recuerda el placer de descubrir algo nuevo; el «sensor» de clasificación, con el que el cerebro reduce toda la información que tiene elementos comunes para reducir espacio; el «sensor» de cotejo, en el que el cerebro utiliza información ya conocida para poder retener mejor lo nuevo; el «sensor» de imagen, en la que nos valemos de una ayuda visual; y el «sensor» de relación, con el que conectamos una información con otra.
«Todo
el mundo tiene buena memoria, pero en muchos casos no somos capaces de emplear
la capacidad total del cerebro, porque no sabemos hacerlo». Según el «campeón de memoria», todo lo que necesitamos para
mejorar es ganas y empezar, poco a poco, a trabajar la consciencia plena cuando
hagamos algo.
Asimismo, apunta la idea de que podemos relacionar una mala memoria con el aburrimiento. Por ello, argumenta que los niños suelen tener mejor memoria, ya que la mayoría de cosas les atraen y emocionan. «Las emociones tienen un gran impacto en el cerebro; si algo tiene impacto en nuestra mente, nos será más facil recordarlo». Por ello, nos resulta complicado retener información sobre temas que no nos producen interés. Es motivando este, la iniciativa, la «diversión», cuando predisponemos nuestra mente a la memorización.
Para alcanzar este objetivo, debemos entrenar nuestro nivel de consciencia, porque solo en esta seremos capaz de mejorar nuestra memoria. Comenta que existen cinco «sensores» que activan nuestra inspiración, y solo desde un nivel de acción presente podremos utilizarlos. Está el «sensor» de detección, con el que el cerebro recuerda el placer de descubrir algo nuevo; el «sensor» de clasificación, con el que el cerebro reduce toda la información que tiene elementos comunes para reducir espacio; el «sensor» de cotejo, en el que el cerebro utiliza información ya conocida para poder retener mejor lo nuevo; el «sensor» de imagen, en la que nos valemos de una ayuda visual; y el «sensor» de relación, con el que conectamos una información con otra.
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