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LAS VERDADERAS RIQUEZAS DEL ENVEJECER BROTAN DE LA SABIDURÍA CULTIVADA Y LA SERENIDAD ALCANZADA.

 

¿CUALES SON LAS VENTAJAS DE ENVEJECER?
 
REFLEXIONES DE UN PSICOLOGO
  La sociedad contemporánea tiende a exaltar la juventud como la etapa dorada de la vida, asociando la vejez con la decadencia y la pérdida. Sin embargo, detrás de los estragos del tiempo y las arrugas que marcan nuestra piel, yacen profundas ventajas que solo la experiencia y el paso de los años pueden otorgar.
 
En primer lugar, envejecer nos brinda la oportunidad invaluable de cultivar la sabiduría. A medida que acumulamos vivencias y enfrentamos diversos desafíos, adquirimos una perspectiva única sobre la vida y sus complejidades. Este bagaje de conocimientos nos permite abordar los problemas con mayor serenidad y discernimiento, ofreciendo soluciones más maduras y reflexivas.
 
Asimismo, el paso del tiempo nos concede la libertad de despojarnos de las expectativas y presiones externas. Con el envejecimiento, muchas personas encuentran una mayor aceptación de sí mismas, liberándose de la necesidad de complacer a los demás o de ajustarse a estándares irreales. Esta liberación interna nos permite explorar nuevas pasiones, intereses y formas de expresión, sin temor al juicio ajeno.
 
Otra ventaja notable es la profundización de las relaciones interpersonales. Con el transcurso de los años, cultivamos vínculos más sólidos y significativos con nuestros seres queridos. La vejez nos brinda la oportunidad de apreciar la compañía de aquellos que han compartido nuestro viaje, valorando cada momento junto a ellos con una intensidad y gratitud renovadas.
 
Además, en el proceso de envejecer, surge una mayor capacidad para disfrutar de las pequeñas alegrías de la vida. Los momentos simples y cotidianos adquieren un valor especial, y aprendemos a apreciar la belleza en los detalles más insignificantes. Esta capacidad de asombro y gratitud nos permite encontrar la felicidad en las experiencias más simples y accesibles.
 
En resumen, envejecer no es simplemente un proceso de declive, sino una oportunidad para crecer, aprender y florecer en todas las dimensiones de nuestra existencia. A medida que abrazamos el paso del tiempo con aceptación y gratitud, descubrimos que la verdadera riqueza de la vida reside en las lecciones aprendidas, los lazos afectivos tejidos y la plenitud de cada instante vivido.
 
 
 
UNA BUENA REFLEXION
 
·         A medida que he madurado, me he vuelto más amable, y menos crítico conmigo mismo.
 
·         Me he ido convirtiendo en mi propio amigo.
 
·         No tengo sentimiento de culpabilidad al comer unas galletas de más, o al hacer la cama cuando quiera, o comprando algo tonto que no necesito.
 
·         Tengo derecho a ser desordenado o extravagante.
 
·         He visto a varios amigos y seres queridos abandonar este mundo demasiado pronto, antes de que se dieran cuenta de la gran libertad que aporta la vejez.
 
·         ¿Quién me reprocha, si me pongo a leer o a jugar con mi ordenador hasta las cuatro de la madrugada y dormir hasta el mediodía?
 
·         ¿A quién le molestará que me quede en la cama o frente al televisor, todo el tiempo que quiera?
 
·         Bailaré al son de aquellos éxitos maravillosos de los años 60, 70, 80 y 90, y si de paso me entran ganas de llorar por un amor perdido, pues lloro.
 
·         Cuando quiera, caminaré por la playa con esos pantalones cortos, demasiado ajustados para un cuerpo ya en declive, y me sumergiré en las olas con abandono, a pesar de las miradas de conmiseración de otros más jóvenes y dinámicos. Ellos también envejecerán.
 
·         Sé que a veces tengo descuidos de memoria, pero creo que con respecto a algunas cosas de la vida lo mejor es olvidarse de ellas. Recuerdo las cosas importantes.
 
·         Por supuesto, a lo largo de los años, mi corazón se ha partido o hecho añicos más de una vez. Sin embargo, los corazones partidos nos procuran fuerza, comprensión y compasión.  Un corazón que nunca ha sufrido es inmaculado y estéril, y nunca conocerá la alegría de ser imperfecto.
 
·         Tengo la suerte de haber vivido lo suficiente como para tener gris lo que me queda de cabello y para conservar la risa juvenil grabada para siempre en los surcos profundos de mi cara. Muchos nunca se rieron, muchos murieron antes de que les salieran canas.
 
·         A medida que se envejece, es más fácil ser positivo e idependiente. Importa menos lo que piensen los demás.
 
·         Yo ya no me cuestiono. Me he ganado el derecho a estar equivocado.
 
·         Entonces, respondiendo a tu pregunta, o si no has preguntado, a tu extrañeza: Me gusta ser viejo. Me gusta ser la persona en la que me he convertido.
 
·         No viviré para siempre, eso lo sé, pero mientras esté aquí, no perderé el tiempo lamentando lo que pudo haber sido y no fue, y todavía menos preocupándome por lo que será, porque puede que ni lo vea.
 
Y cuando tenga ganas, comeré postre en cada comida.
 
 
REFLEXIONES DE UN SACERDOTE
El envejecimiento es un proceso natural de la vida humana. A menudo, nos enfocamos en las limitaciones y desafíos que vienen con la edad, pero también hay muchas ventajas. Con la sabiduría y la experiencia que adquirimos, podemos compartir nuestros conocimientos y amor con los demás. La aceptación de nosotros mismos y de los demás es un regalo que nos permite vivir en paz y armonía. Además, la jubilación nos brinda la oportunidad de dedicar más tiempo a la oración, la meditación y la contemplación. Envejecer es un proceso de crecimiento espiritual que nos permite enfocarnos en lo que realmente importa: la relación con Dios y con los demás.
 
 
NOTA: En conclusión, el envejecimiento, lejos de ser un proceso temible, puede ser una etapa de crecimiento personal, relaciones profundas, estabilidad emocional, creatividad y productividad. Al abrazar las ventajas que esta etapa ofrece, podemos convertir el envejecimiento en una experiencia importante y enriquecedora.
 


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