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LA ADOLESCENCIA NO ES SIEMPRE SINÓNIMO DE REBELDÍA.

REFLEXIONES DE UN PSICOLOGO
Como psicólogo experto, he tenido la oportunidad de estudiar y trabajar con adolescentes de todas las edades y backgrounds. A lo largo de mi carrera, he observado que la adolescencia es un período crítico de desarrollo en el que los jóvenes experimentan una serie de cambios físicos, emocionales y cognitivos. Sin embargo, a menudo, la sociedad y los adultos asocian la adolescencia con la rebelión y la desobediencia.

Pero la realidad es que la adolescencia es un período de exploración y descubrimiento, en el que los jóvenes buscan su identidad y su lugar en el mundo. Es un momento en el que se sienten atraídos por la libertad y la autonomía, y pueden experimentar una serie de emociones intensas, como la curiosidad, la ansiedad y la confusión.

En lugar de ver la adolescencia como un período de rebelión, debemos reconocer que es un momento de crecimiento y desarrollo. Debemos proporcionar a los adolescentes un entorno seguro y apoyo, en el que puedan explorar y descubrir sus intereses y valores. Debemos también ser conscientes de que los adolescentes pueden experimentar una serie de cambios emocionales y cognitivos, y debemos estar dispuestos a escuchar y apoyarlos en su viaje de descubrimiento.

En resumen, como psicólogo experto, he aprendido que la adolescencia no es siempre sinónimo de rebelión. Es un período crítico de desarrollo en el que los jóvenes buscan su identidad y su lugar en el mundo. Debemos reconocer y apoyar este proceso de crecimiento y desarrollo, y proporcionar a los adolescentes un entorno seguro y apoyo para que puedan explorar y descubrir sus intereses y valores.



REFLEXIONES DE UN SACERDOTE
Un padre de familia se equivoca cuando cree que la adolescencia siempre es sinónimo inequívoco de rebeldía y conflictos.

Sí, es una transición exigente, pero un buen número de jóvenes pasan por ella sin graves problemas.
Son los que desde la infancia respiraron una atmósfera de amor, estabilidad y buena comunicación".

Lo mejor que pueden hacer los padres es crear un clima de afecto real, mutua confianza y genuino respeto.

Hoy un joven tiene más sentido crítico, más mundo y, al mismo tiempo, puede ser un prisionero de sus miedos.

Duda de sí mismo y de su futuro, con pocos vestigios de fe ante tanta violencia y tantos cambios.

Necesita una firme confianza y pide guía, sosiego y una espiritualidad renovada y seductora.

Necesita aprender a armonizar libertad y responsabilidad ya que solo así despeja su futuro.

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