Mis
amigos separados no se cansan de preguntar cómo logré estar casado 30 años con
la misma mujer. Las mujeres -siempre más maliciosas que los hombres, no le
preguntan a mi esposa cómo ella puede estar casada con el mismo hombre, pero sí
cómo ella puede estar casada conmigo.
Los jóvenes son los que hacen las preguntas
correctas, o sea, quieren conocer el secreto para mantener un matrimonio por
tanto tiempo. Nadie enseña eso en las escuelas; al contrario.
No soy un especialista en el ramo, como todos
saben, pero dicho esto, mi respuesta es más o menos la siguiente: Hoy en día el divorcio es
inevitable, no se puede escapar. Nadie aguanta convivir con la misma
persona por una eternidad. Yo, en realidad ya estoy en mi tercer matrimonio –
la única diferencia es que
me casé tres veces con la misma mujer.
Mi esposa, si no me engañó, está en su quinto
matrimonio, porque ella
pensó en agarrar las maletas más veces que yo. El secreto del matrimonio no es la armonía eterna.
Después de los inevitables encontronazos, la solución es ponderar, calmarse y
comenzar de nuevo con la misma mujer. El secreto en el fondo, es renovar el
matrimonio y no buscar uno nuevo. Eso exige algunos cuidados y preocupaciones
que son olvidados en el día a día de la pareja.
De tiempo en tiempo, es necesario renovar la
relación. De tiempo en
tiempo es necesario volver a enamorar, volver a cortejar, seducir y ser
seducido.
¿Hace cuánto tiempo ustedes no salen a bailar?
¿Hace cuánto tiempo no
intentas conquistarla o conquistarlo como si tu pareja fuera un pretendiente en
potencia?
¿Hace cuánto tiempo no hacen una luna de miel, sin los hijos
eternamente peleando para tener su irrestricta atención?
Imagínate que estás con una nueva conquista. Si fuera una relación nueva,
seguramente frecuentarías lugares nuevos y desconocidos, cambiarías de casa o
apartamento, cambiarías tu vestimenta, los discos, el corte de cabello, el
maquillaje. Pero todo eso puede hacerse sin que te separes de tu
cónyuge.
Vamos a ser honestos: nadie aguanta la misma mujer o el mismo hombre por
treinta años con la misma ropa, el mismo labial, con los mismos amigos, con los
mismos chistes.
Muchas veces no es tu esposa que se está
poniendo fastidiosa y vieja; eres tú, son tus propios muebles con la misma
curtida decoración. Si te
divorciaras, seguramente cambiarías todo, que es justamente uno de los placeres
de la separación.
Quien se separa se encanta con la nueva vida, la nueva casa, la nueva
urbanización, un nuevo círculo de amigos. No es necesario un divorcio
litigioso para tener todo eso. Basta cambiar de lugares e intereses y no acomodarse.
Eso obviamente cuesta caro y muchas uniones se
quiebran porque la pareja
se rehúsa a pagar esos pequeños costos necesarios para renovar un matrimonio.
Pero si te separas, tu nueva esposa va a querer nuevos hijos, nuevos muebles, nuevas ropas y además tendrás que pagar la pensión de
los hijos del matrimonio anterior.
No
existe esa tal "estabilidad del matrimonio" ni ésta debería ser
anhelada.
El
mundo cambia y tú también, tu marido, tu esposa, tu urbanización y tus amigos.
La
mejor estrategia para salvar un matrimonio no es mantener una "relación
estable", mas sí saber cambiar juntos.
Todo
cónyuge necesita evolucionar, estudiar, especializarse, interesarse por cosas
que jamás habría pensado hacer al principio del matrimonio. Tú haces eso constantemente en el trabajo, ¿por qué no hacerlo en la
propia familia?
Es lo que tus hijos hacen desde que vinieron
al mundo. Por lo tanto, descubran
la nueva mujer o el nuevo hombre que vive a su lado, en vez de salir por ahí
intentando descubrir un nuevo par.
Tengo la seguridad de que sus hijos los
respetarán por la decisión
de mantenerse juntos y aprenderán la importante lección de cómo crecer y
evolucionar unidos, a pesar de los inconvenientes.
Peleas y discusiones siempre ocurrirán: por
eso, de vez en cuando, es necesario casarse de nuevo, pero intente hacerlo
siempre con el mismo par. ¡¡¡Mucho éxito!!!
Y RECUERDEN QUE EL CAMBIAR DE ESPOSA O DE ESPOSO ES EL MISMO INFIERNO,
PERO CON DIFERENTE DIABLO
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