Te
pierdes la vida real por vivir prisionero de los juicios y
los debería: debería
cambiar esto, el mundo debería ser distinto, tal persona debería, etc.
El
hecho es que el mundo marcha como debe marchar y con amor tú influyes para que
mejore, no con rabias o juicios.
Cultiva
un amor compasivo. La mente siempre quiere estar en lo
correcto y crea su propia
realidad para quedar bien.
Por eso ora con fe y dile a Dios cada día: Señor, me das serenidad para
cambiar lo que no puedo cambiar.
Ojo, sé reflexivo, medita, no seas esclavo de tu mente
volátil e irás confiado donde el corazón amoroso te lleve.
De
una amorosa aceptación dependen tu felicidad, la de
aquellos que amas y la paz del universo.
Amate
y dedica tiempo a tu espíritu. No feries tu paz en un intento inútil,
porque un gato nunca va a ladrar.
Alégrate si les dices adiós a los “debería” y aceptas la realidad
tal como es ya que es casi nada
lo que puedes cambiar fuera de ti.
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