Mohandas
Gandhi fue un ser rico en desapego, vivía con lo mínimo y andaba con una
humilde túnica y sus sandalias.
Era un
orante consumado, ayunaba, meditaba, caminaba mucho y le daba prioridad a lo
espiritual.
Prácticamente no se aferraba a nada y dicen que a veces llevaba
consigo una figura con los famosos tres micos de peluche:
Un mico se tapa los ojos, otro los oídos,
otro la boca como símbolo de: “No veas el mal, no escuches el mal, no hables el
mal”.
En
otras palabras, es un llamado a una comunicación amorosa, positiva y armónica.
Logra
que tus palabras sean para elogiar, unir y sanar, no
para enjuiciar, enfrentar o herir.
Recuerda
que las palabras tienen poder y con ellas animas o desalientas,
acaricias o golpeas.
Elige lo mejor para ti y para los demás. No
veas el mal, no escuches el mal, no hables el mal, no hagas el mal.
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