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BUENOS Y MALOS

Nos han enseñado que hay seres buenos o malos, y ese paradigma nos impide entender la vida tal como es.

La verdad es que en la tierra solo hay espíritus más evolucionados que otros; así de sencillo. Antes de venir al cuerpo ya existíamos en el más allá y seguíamos un proceso de evolución espiritual.

Cada espíritu avanza en el aprendizaje del amor con libertad y elige cómo llega a la cumbre: rápido o despacio. Al igual que en la educación se inicia en cero conciencia y en cero amor y se avanza gradualmente acá y después de trascender o morir. La tierra es una de las muchas escuelas que hay en el universo infinito y el contraste o la dialéctica entre 'maldad' y 'bondad' es la que permite crecer y pulirse.

En el racionalismo occidental esto suena raro, mientras que en el oriente es una verdad ancestral que no se discute. El malo es un espíritu en Kínder, debido a su inconsciencia. Si lo entiendes es más fácil perdonar y asumir la realidad.

Los 'buenos' suelen sufrir porque violan las leyes de la vida debido a su ignorancia: ayudan cuando no se debe hacer, cargan cruces ajenas y confunden el amor con el candor o el pesar. Se ponen de tapete, les caminan por encima y se quejan diciendo: "por qué abusan de mi". No captan que se rebajan en su papel de redentores ingenuos y terminan crucificados.

Su destino es quererse, ser firmes, poner límites y no interferir en los procesos de los demás. Necesitan amarse y entender que cada persona está en su proceso y es responsable de su vida.

Están en paz cuando solo prestan ayuda a quien en realidad la necesita, o sea casi nunca.

Uno solo debe ayudar cuando puede hacerlo, sabe como hacerlo y le corresponde. Los 'buenos' deben aprender a amarse y a decir no. Con frecuencia su supuesta bondad es un egoísmo agazapado para inflar el ego: "Tan buena que soy yo".

Si vas a lo esencial y pones el amor como eje de tu vida nunca vuelves a sufrir, porque descubres que el sufrimiento es mental, es resistencia a la realidad. Entonces aceptas todo y disfrutas de una paz interior que no depende de nada externo.

Eliges ser feliz solo o en compañía, con bienes o sin ellos, alabado o enjuiciado, en suma, nada te perturba.

Sientes el dolor propio o ajeno, pero únicamente ayudas cuando debes y no te alteras porque asumes que cada ser vive el proceso que necesita vivir.

Sabes que nada llega al azar y que todo es perfecto en el mundo de Dios, aunque exista el 'mal'. Tu paz brota de aceptar que cada espíritu fue creado en cero conciencia para llegar, paso a paso, a la consciencia total.

Comprendes que no hay seres buenos o malos, sino espíritus con mayor o menor evolución, y que los 'malos' al fallar son los que enseñan perdón, desapego, aceptación y fe a los 'buenos'.

¿Quieres pensarlo o cambiar paradigmas?

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