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SOLO DISFRUTAS LA FELICIDAD QUE OFRECES


Un cuento árabe dice que un hombre iba todas las noches en Beirut a una panadería y compraba seis panes. 

Esta costumbre despertó la curiosidad de una joven que casi siempre lo atendía. 

Un día no se resistió más y le preguntó: ¿para quién compra los panes? Y él respondió con entusiasmo:

Dos son para mí y mi amada esposa, dos los devuelvo y los dos restantes son una especie de préstamo.

La vendedora quedó más intrigada que antes y agregó: ¿Me puede decir a quién le devuelve y a quién le presta? 

Con mucho gusto, dijo el caballero: Les devuelvo a mis padres con gratitud lo que ellos me dieron en la infancia y en tantos años de entrega.

Les presto a mis dos hijos sin ningún interés, los amo de corazón y abrigo la esperanza de que me cuiden con amor en mi vejez. 

Hasta aquí el cuento que ojalá te haga pensar en los valores que mantienen vivo el amor real, y uno de ellos es la generosidad. 

Solo disfrutas la felicidad que ofreces y en el devenir de la vida nunca das sin recibir. Date y da, pero aprende a merecer, a recibir

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