Cuentan que Sócrates, injustamente preso antes de su muerte, escuchó la
hermosa melodía que cantaba cerca un prisionero.
El sabio filósofo le pidió que por favor la
repitiera para poder aprendérsela, y el otro le dijo:
- ¿Para qué me pides eso si yo sé que mañana mismo vas a morir?
- “Es que antes de morir quiero aprender algo más”, repuso sereno el gran maestro.
- ¿Para qué me pides eso si yo sé que mañana mismo vas a morir?
- “Es que antes de morir quiero aprender algo más”, repuso sereno el gran maestro.
¡Qué hermosa lección! Siempre hay algo nuevo para
aprender cuando eres humilde y de mente abierta.
Solo el orgulloso se niega a aprender algo porque cree que ya lo sabe todo o que nadie le puede enseñar.
Cada día es una nueva vida, cada jornada es
un regalo del cielo para renovarte y reinventarte.
Todos son maestros tuyos en algo, si andas con el corazón abierto y amas la vida con frenesí.
Es más, casi siempre los seres sin fama,
poder o dinero, son los
que más te enseñan si sabes valorarlos.
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