No
hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón.
No mantengas amistad alguna más que con aquellos que
puedan compartir contigo cosas virtuosas; cuanto más excelsas sean las virtudes
que cultivéis más perfecta será vuestra amistad.
No morirá de mala muerte el que oye devotamente la Santa
Misa.
No nos lamentemos, esforcémonos por someternos mansamente
a la voluntad de Dios cuando lleguen "esas pequeñas molestias
diarias".
No peleen entre sí y con los demás, sino traten de
responder humildemente diciendo: soy un siervo inútil.
No
pienses que vives en el mundo únicamente para divertirte, enriquecerte, comer,
beber, dormir como los animales privados de razón; pues el fin para el que has
sido creado es infinitamente superior y más sublime; esto es: amar y servir a
Dios en esta vida y salvar tu vida en la otra.
No puede ser que no sea noticia que muere de frío un
anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la
bolsa.
No puede ser sino vanidad, lo que no sirve para la
eternidad.
No
puedo parar de trabajar, tendré toda la eternidad para descansar.
No retengan nada de ustedes mismos a fin de que enteros
los reciba el que se da por entero.
No se guarden a Cristo para ustedes mismos. Comuniquen a
los demás la alegría de su fe.
No se puede encontrar a Cristo y no darlo a conocer a los
demás.
No
se puede negar que a veces los sueños significan algo. ¿Quién no ha
tenido sueños que luego se han realizado? Pero por otra parte, nunca son de
fiar del todo.
No se pueden llenar los seminarios con cualquier tipo de
motivaciones, y menos si éstas se relacionan con inseguridades afectivas,
búsquedas de formas de poder, glorias humanas o bienestar económico.
No
somos fruto de la casualidad o la irracionalidad, sino que en el origen de
nuestra existencia hay un proyecto de amor de Dios.
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