¿Por
qué será que tantos profesionales ambiciosos son menos productivos y están
menos satisfechos de lo esperado? En nuestra experiencia, este tipo de personas
dejan que la ansiedad repercuta en su rendimiento. Dado que están
acostumbradas a que todo les salga fácilmente, tienden a evitar cualquier
situación que realmente los ponga a prueba y que los obligue a aprender nuevas
habilidades. Deben cuidar su imagen; así que, en vez de aceptar el riesgo, se
encierran en sus rutinas a expensas de su crecimiento personal. Algunos de
estos profesionales prefieren hacer algo incorrecto mal que hacer bien lo
correcto. Además, es raro que admitan sus errores y que pidan ayuda.
Sin embargo, es posible acabar con este ciclo y dar un
primer paso hacia el crecimiento profesional. Primero, es preciso identificar
aquello que nos produce ansiedad y que, por tanto, reduce nuestra
productividad. Luego, debemos asumir algunas prácticas que nos saquen de
nuestra zona de comodidad. Esto no sucederá de la noche a la mañana. Más bien
supondrá que reconozcamos nuestra vulnerabilidad; algo que los profesionales
exitosos detestan, pues es contrario a su obsesión de mantener una imagen
impoluta.
1.
Dejar el pasado atrás: no hay duda que es posible pasar por malas experiencias
al asumir nuevos retos. Los estudios señalan que la mayoría de nosotros
tiende a hacer comparaciones irracionales entre malas experiencias en el pasado
y situaciones actuales. Pero los recuerdos dolorosos no tienen por qué
convertirse en un obstáculo. Un buen ejercicio para distinguir entre realidad y
percepción es pensar en una situación pasada en la que el resultado haya sido
decepcionante. ¿Por qué asumimos esta tarea? ¿Por qué fue tan difícil? ¿Pedimos
ayuda? ¿Nuestra percepción es igual a la de los colegas? ¿Qué hubiéramos hecho
diferente? Luego, debemos escribir en dos columnas las similitudes y las
diferencias que hay entre un riesgo que estemos a punto de asumir y esta
experiencia pasada. Identificar
las diferencias clave nos permitirá seguir adelante.
2.
Aprovechar nuestra red de contactos: los profesionales más exitosos suelen ser
muy independientes, aparte de que no les gusta pedir ayuda. Además, evitan las
opiniones ajenas cuando consideran que su trabajo no está a la altura de lo
esperado. Este tipo de comportamiento es autodestructivo. Una manera de
salir de esta situación es imponernos el reto de desarrollar una red de
contactos para pedirles a estos su opinión acerca de lo que estamos haciendo.
3. Volvernos vulnerables: debemos tratar de admitir nuestros
errores ante nuestros allegados, sobre todo cuando se trate de proyectos que no
sean fundamentales dentro de nuestra identidad profesional. No admitir nuestra
vulnerabilidad puede traer consecuencias devastadoras. Pero con sólo
hablar un poco sobre nuestra ansiedad lograremos obtener un cierto alivio.
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