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Antiguamente los espejos eran
elaborados en materiales como cobre, acero, plata y hasta oro.
El
invento para ver el propio reflejo se remonta al año 6000 a. C. en la actual
Turquía.
Se hacía
al verse en el agua de una vasija especial que se hacía al pulir rocas de
obsidiana.
La invención del espejo moderno se le
atribuye al alemán Justus von Liebig en el año 1835.
A él debemos los espejos que usamos
ahora, conocidos como los espejos de vidrio plateado.
Cuando estés frente al espejo, mírate,
siente a Dios y di varias veces: Creo en ti y creo en mí.
Al
hacerlo alza las manos al cielo cada vez. Es un ritual mañanero que da alientos
y eleva tu energía vital.
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