La
razón por la que la mayoría de las personas dicen cosas como: "Eso no se
puede hacer aquí", "Lo haría si tuviera dinero", "Si yo
fuera...", "Si yo tuviera...", etc. es porque se están enfocando
en los recursos, no en las oportunidades.
Un empresario es capaz de ver el árbol, aún cuando sólo
tiene la semilla sostenida en su mano. El empresario se enfoca en la oportunidad y se pregunta:
¿Cómo puedo hacerlo?
Déjame
compartirte una historia para ilustrar este punto...
Andrew
Carnegie fue un conocido multimillonario. A tiempo actual, su fortuna
estaría por encima de los trescientos mil millones de dólares. El tipo estaba
embarcado en un mega-proyecto: la construcción de un puente sobre el río Misisipi en USA.
En
aquella época todos los puentes que se construían, al poco tiempo se caían.
La gente desconfiaba de las grandes obras, pero Carnegie creía que su idea era posible. La
prueba de fuego no era la desconfianza de la gente, sino la falta de recursos para financiar la obra.
Para entonces, la obra ya estaba en marcha, pero los prestamos que el joven
había solicitado resultaron insuficientes. Estaba endeudado y le faltaba
dinero para continuar. Día y noche tocaban su puerta o le enviaban cartas para
exigir que pague, sin
embargo nada le detenía. Carnegie no se había endeudado para tirar ese
dinero al agua, lo estaba invirtiendo.
Así que cuando faltaban recursos y las deudas apremiaban,
Carnegie no detuvo su proyecto sino que más bien tomó impulso y le dio más
velocidad.
Carnegie no dijo:
“que miedo, estoy endeudado, tengo la soga al cuello”,
“paren todo, ya no tengo dinero”,
“vamos a detener la obra, ya nadie nos quiere prestar.”
No, él no dijo eso.
Él
dijo: “vamos a continuar, nuestro objetivo es construir un puente nunca antes
visto.”
Señores, Andrew Carnegie tenía la mente en el sueño, no
en las trabas. Toda su
energía estaba puesta en el objetivo, no en el dinero.
Puso en marcha un plan y en cuestión de días consiguió más financiamiento.
Así concluyó la obra que
lo catapultó al éxito masivo. ¿Cómo lo hizo? Empezó a razonar como un
verdadero marketero y vendió la idea de su proyecto. Identificó inversionistas
y empezó a enviar cartas persuasivas en las cuales comunicaba la promesa de una
ganancia no imaginada.
Una
de sus cartas decía:
“Estimados señores, nuestro puente es de acero y es una construcción nunca antes vista. Debido a su comprobada resistencia, en los próximos años el acero moverá al mundo, por lo cual les animamos a renovar su creencia y seguir apostando por unir El Este con el Oeste. En un futuro cercano el mercado más rentable será el acero y debemos elegir si será nuestro o será de otros.”
Carnegie
ha demostrado que cuando hay visión, hay capital; y que cuando hay
creencia, hay caminos. Recuerde:
el sueño es más grande que el problema y el soñador es más fuerte que la
adversidad.
No le hablo de que usted desconozca sus deudas, sino que desconozca sus miedos.
Si estamos seguros del
negocio, tenemos que estar seguros de nosotros. La deuda no es más grande que el empresario.
Así que creencia ante todo, velocidad
al máximo, acción y más acción... recuerde: cuando la siembra es buena, la cosecha es buena.
“que miedo, estoy endeudado, tengo la soga al cuello”,
“paren todo, ya no tengo dinero”,
“vamos a detener la obra, ya nadie nos quiere prestar.”
“Estimados señores, nuestro puente es de acero y es una construcción nunca antes vista. Debido a su comprobada resistencia, en los próximos años el acero moverá al mundo, por lo cual les animamos a renovar su creencia y seguir apostando por unir El Este con el Oeste. En un futuro cercano el mercado más rentable será el acero y debemos elegir si será nuestro o será de otros.”
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