La
profundidad de pensamiento de los miembros de una organización determina la
efectividad y sostenibilidad de sus cambios. Opinión de Germán Retana.
Si se
aplicaran los cuatro niveles sucesivos de análisis sugeridos por Deepak Chopra,
los resultados serían superiores. ¿En cuál de ellos se toman las decisiones de
cambio en su empresa?
El
primer nivel es mirar con los ojos. Sucede cuando el equipo se percata
con los sentidos sobre su realidad o la que le circunda. Esto requiere
neutralidad, apertura sin prejuicios y máxima concentración para captar todo lo
posible de lo que sucede. Si hay precipitación para juzgar lo que se percibe o
si solo se ve lo que interesa, las acciones que se tomarán serán parcializadas
e inefectivas. Peor aún, si se toman decisiones tan solo basadas en
observaciones superficiales.
El
segundo nivel es mirar con la mente. Si se logra superar el primer paso,
la mesa estará servida para que se inicie el análisis de lo captado, pero éste
debe ser realizado evitando la tentación de las conclusiones prematuras. El
equipo debe agudizar su habilidad para relacionar hechos, evaluar datos,
ensayar interpretaciones creativas de lo observado, mezclar enfoques y, en
consecuencia, enriquecer sus conclusiones iniciales sobre la
"realidad". Esto supone madurez para discrepar, compromiso para ser
abiertos al asombro y desprendimiento de egos para entender puntos de vista
diferentes al propio.
El siguiente
nivel es mirar con los sentimientos. ¿Cómo se siente el equipo respecto
a lo captado en los dos niveles anteriores? ¿Qué dice el corazón de sus
miembros sobre lo que está bien o mal en la "realidad"? "Sentir
es más sutil y verdadero que el análisis puro", dice Chopra. Además,
cuando los miembros del equipo poseen sentimientos o emociones sanas, surge la
innovación, el deseo de hacer lo que haga sentido y convenga. La mente ya
habría avanzado en algunas opciones y propuestas de decisiones pero es la
pasión la que se encargará de concretarlas, si sobreviven al cuarto nivel.
Finalmente,
la tarea es mirar con la conciencia. Cuando las eventuales decisiones
son sometidas al juicio de los valores, de la ética del equipo y de los
principios más profundos de sus miembros, surge la gran fuerza de lo correcto.
Lo captado con los sentidos así como las inclinaciones de la mente y del
corazón, son ahora filtradas por preceptos morales para depurar decisiones
leales a ellos y enrumbar, ahora sí, acciones por senderos sostenibles.
Decisiones
tomadas con superficialidad serán efímeras y solo provocarán que los males se
repitan o regresen. Pero cuando se adoptan con la disciplina de estos cuatro
niveles, acercarán la organización a resultados extraordinarios, crecientes y
sostenibles, pilares del alto desempeño.
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