No
es fácil hablar con sinceridad, pero se puede si decides callar en lugar de
mentir o adular.
La
mentira siempre vuelve a ti, tarde o temprano porque cada
palabra es una semilla que da su fruto.
Hay historias que lo enseñan como una fábula
árabe que se remonta al siglo X.
Nos cuenta la historia del beduino que iba a
un pozo a sacar agua y veía allá una hermosa doncella.
Un día se le acercó y le dijo: “estoy
perdidamente enamorado de ti y te amo con todo mi ser”.
La joven lo miró y le dijo: “Allí detrás de las palmeras hay
una joven tan bella que yo no soy digna de ser su sierva”.
El beduino fue a mirar y al instante regresó y
le dijo: “Allá no hay
nadie”.
Cierto, dijo la muchacha, tu amor es tan vacío que tan
pronto te hablé de otra persona me dejaste”. Y la joven lo dejó
plantado.
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