Una de las mayores cualidades de
Leonardo da Vinci era su curiosidad insaciable.
“Estuve
vagando por el campo en busca de respuestas a las cosas que no entiendo”, se
lee en uno de sus cuadernos.
El
biógrafo Kenneth Clark acertó cuando dijo: “Fue el hombre más curioso que jamás haya existido”.
Da
Vinci estudió la naturaleza, el cuerpo humano y siempre se estaba haciendo
preguntas.
¿Te las
haces también tú? ¿Cultivas el arte de estar siempre aprendiendo y
desaprendiendo?
Solo
necesitas ser como los niños, observar, asombrarte, ser un lector voraz y abrir
la mente.
Un buen consejo es hacer una lista de
unas 20 o 50 preguntas y reflexionar sobre ellas. Ejemplo: ¿Cuál es mi mayor talento? ¿Qué vengo
aplazando? ¿Quién me puede servir de modelo? ¿Cómo puedo servir mejor?
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