Los
padres deben crear reglas para enseñar a los hijos el límite entre lo permitido
y lo prohibido.
La
conducta de los niños es producto de la crianza. Por eso son necesarias normas
que marquen espacios, 'acomoden' el comportamiento y muestren la frontera entre
lo adecuado y lo que no está bien.
A los padres, los límites les sirven para
guiar a sus hijos, basándose, en principio, en la educación en valores; les
permite transmitir lealtad, honestidad, respeto y responsabilidad.
A los niños les enseñan a tomar decisiones
adecuadas, desarrollar autonomía e identidad y aprender a tolerar la
frustración. "Las
reglas los ubican en la realidad, les enseñan a valorar lo que tienen, a ser
respetuosos de las normas sociales, a creer en ellos mismos, a ser autónomos y
a tener sentido de pertenencia", señala la psicóloga experta en el
tema.
Los límites, aclara, no deben ir en detrimento
de la autoestima.
"Deben
ser sensatos; por eso es clave que los padres sean respetuosos de las leyes a
la hora de imponerlos", agrega.
Las
normas deben fijarse desde el momento de nacer, con rutinas claras y precisas,
de forma objetiva y no por capricho. El establecimiento de
horarios y rutinas de sueño y alimentación antes del primer año de vida es un
importante acercamiento a la creación de linderos.
"Esto le permite al bebé regularse y
sentir seguridad, pues sabe qué va a pasar después", indica. De acuerdo con la experta,
muchos padres 'pecan' por no fijar estas normas en su afán de satisfacer a los
hijos durante el poco tiempo que comparten con ellos, pues temen decirles 'no'.
El límite no debe verse como algo coercitivo.
Es una muestra de afecto, dice. La dimensión de los límites cambia a medida que
van creciendo los niños. A
un bebé, se le debe restringir más el espacio que a un adolescente.
Las
personas son como las cometas, agrega: si las dejas al libre albedrío, las
pierdes, y si las tienes tan limitadas, no vuelan. Si no
se respetan las barreras, los expertos aconsejan a los papás no ceder por
cansancio ni perder el control, sino aplicar una norma simple: ante la falta,
una consecuencia.
Pautas en el preescolar
Desde
los 2 años, un niño es capaz de comprender los límites.
Entre los 2 y los 5 años, dice, estos se relacionan, especialmente, con el
cuidado personal del pequeño. El carácter de estas normas suele ser impositivo.
Los niños, normalmente, los aceptan para evitar que los castiguen. Ante cualquier pataleta, los padres deben mantenerse firmes. La
consistencia es clave. A esta edad no debe haber explicaciones exhaustivas en
la imposición de las normas: hay que ser concretos. Si no se establecen reglas, a los niños se les dificultará
desarrollar hábitos de limpieza y de estudio, y se pueden volver voluntariosos.
Comportamiento en la etapa escolar
Entre
6 y 12 años, los límites están referidos
a las convenciones sociales, al buen comportamiento y a la urbanidad (por ejemplo, comer con la boca cerrada, sentarse bien y no bajarse
los pantalones delante de otras personas). Continúan reforzándose las normas
relacionados con los valores (respeto a los demás, honestidad, solidaridad). A
estas edades "hay que ponerlos a
pensar", de manera que sepan que se pueden equivocar y que sus errores
traen consecuencias que deben afrontarse. Los papás "no están pintados en
la pared".
Un cambio en la adolescencia
En esta etapa los límites se pueden discutir y
negociar. Lo ideal es que sean de mutuo acuerdo. Los adolescentes suelen cuestionar más la autoridad. La
comunicación con ellos se vuelve primordial. Deben existir límites inamovibles. Si alguna norma
se transgrede, es clave que el adolescente reconozca su falla, presente
disculpas, haga un acto 'reparador' de su error y asuma las consecuencias.
Estas pueden ser discutidas con los jóvenes. No es conveniente crear un
ambiente de dictadura, pues genera más conflicto. Si tienen un espacio en el
que pueden plantear su posición, es más motivante para ellos respetar los
límites.
¿Cómo
establecer normas en casa?
- Fijar metas cortas según la edad del niño.
- Decirle con claridad lo que se espera de él y con pocas palabras, sin sermones.
- Ser padres predecibles: actuar de forma consecuente con las normas y siempre de la misma forma.
- Dar buen ejemplo: no ofrecer ni dar recompensas para que los cumplan.
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