Los jefes malos son parte del oficio. No son malas personas, pero seguramente pueden dañar la vida complicada a quienes tienen que reportarle .
En un reciente estudio, cerca de la mitad de los consultados indicaron haber trabajado para jefes “poco razonables”; pero de ellos, el 60% dijo se mantuvieron en sus puestos bien sea adaptándose a la situación o intentando hacer algo al respecto. Sólo uno de cada diez empleados con jefes tóxicos renunciaron inmediatamente (sin un nuevo empleo a la vista), y apenas el 27% esperó a conseguir otro trabajo para renunciar .
De los que se mantuvieron, ¿qué estrategias se utilizaron para aguantar en su empleo? Se identificaron cinco tipos comunes de malos jefes, junto con las estrategias para aguantarlos.
El microgerente : tiene problemas para delegar tareas. Dado que el problema es la confianza, se sugiere adherirse religiosamente a las fechas tope, prestar atención a los detalles y mantenerle informado de los pasos tomados para asegurar un trabajo de calidad.
El mal comunicador : sus subordinados cuentan con pocas o ninguna instrucción, y deben adivinar constantemente lo que quiere su jefe. Para manejar esta brecha en la información, debe solicitar la información que no ha recibido desde los inicios del proyecto; busque aclarar sus dudas cuando este confundido y trate de arreglar reportes regulares de progreso.
El intimidante : o se hacen las cosas como el quiere, o no se hacen. Por difícil que sea, debe enfrentarlo. La próxima vez que le rechace una propuesta, por ejemplo, calmadamente explique su razonamiento.
El saboteador: suele acabar con el esfuerzo de los demás, no otorga crédito por sus buenas ideas, o culpándolos de todo lo malo. Es bueno hacer que el jefe quede bien, pero no a costa de nuestra propia carrera. Asegúrese de que sus contribuciones sean más visibles para los demás, especialmente para el jefe de su jefe.
El mal jefe mixto: es como el clima, impredecible. No se tome su actitud personalmente, y manténgase calmado e íntegro cuando tenga que lidiar con el.
Con frecuencia, algunos individuos son promovidos a cargos supervisores, sin que ello signifique que tienen las habilidades para ser líderes efectivos . La fricción entre los supervisores y sus empleados puede surgir a partir de distintos estilos de trabajo. No es posible controlar las acciones de su jefe, pero si cambiar la forma de responder ante ellas.
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