Cuando el cuerpo se enferma es el alma la que está pidiendo auxilio y reclama tu atención.
La enfermedad es una mensajera y una amiga, no una adversaria.
Un buen médico atiende más que un organismo y sabe que somatizamos en el cuerpo los vacíos del alma.
Libros como Obedece a tu cuerpo de Lise Bourbeau describen bien cómo se origina una enfermedad y las emociones y conductas que las crean.
Algo similar se lee en El Diccionario de las enfermedades. Ambos libros te aclaran por qué y para qué te enfermas.
Qué bueno que profundices esto por tu propio bien, escuches tu cuerpo, lo cuides y lo ames, en lugar de culpar a Dios por estar enfermo.
Ojalá los médicos racionales abran su mente y acepten que sus pacientes son mucho más que huesos, músculos, glándulas, sangre y nervios.
Toda enfermedad llega a la vida con un propósito terapéutico de cambio y
sanación interior, llega para despertar conciencias dormidas.
La enfermedad es una buena
amiga que, con el dolor como maestro, convoca a un despertar, a un cambio
positivo.
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