Jesús
dice: "Sean como los niños". Cuatro palabras con tanta sabiduría.
Ellos
no son perfectos pero, si no se han contaminado, son maravillosos maestros en
distintas lides:
Tienen capacidad de asombro y, cuando uno la pierde, es
como si estuviera muerto en vida.
Son
juguetones y encuentran
gozo en cosas simples como una piedrecilla, una hoja o un trozo de
madera.
No saben de razas, ni credos, ni
ideologías, intiman
sin más con un extraño, lejos de tontas suspicacias.
A los
pequeños les encanta hacer
preguntas para aprender y son felices al explorar y descubrir nuevas cosas.
Suelen ser cariñosos, con una mirada
limpia, una mente abierta
y un corazón sin cargas que oprimen.
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