Hoy me gustaría hablar sobre un
poderoso binomio que puede transformar nuestra vida de una manera decisiva y
positiva. Este binomio es conocido como la idea-acción.
La idea-acción es una grandiosa
combinación cuyo cometido es producir resultados, actitudes y visiones
consistentes, congruentes y potentes, capaces de remodelar nuestras vidas,
catapultándolas a un nuevo nivel de excelencia.
Este
binomio, sin embargo, parece más bien denostado y en desuso.
Normalmente
siempre se ha alabado la supremacía de las grandes ideas, de los grandes pensadores y eruditos que
pusieron en órbita nuevos conceptos, perspectivas y maneras de pensar.
Se
ha pregonado la idea como aquel aspecto vital y fundamental para conseguir el éxito en
nuestras vidas, así como la importancia de nuestro pensamiento y la
concentración y foco que ponemos en él. Pero si reflexionamos
detenidamente sobre lo expuesto surgen las siguientes preguntas:
¿Puede acaso la idea por sí sola
plasmar el cambio o la nueva perspectiva que necesita el mundo? ¿No resulta
indispensable combinar acción e idea para conseguir de manera efectiva el
cambio que deseamos introducir?
Generar y producir ideas sin llevarlas
a cabo es una falsa ilusión. Una idea solo adquiere verdadero valor cuando se lleva a
la práctica, poniendo todo el empeño posible para plasmar y materializar dicha
idea. Como dijo de manera magistral Johann von Goethe: “Lo que puedas hacer, o
sueñes con poder hacer, comiénzalo. La audacia trae consigo genialidad, poder y
magia”.
Es absolutamente indispensable combinar
ambas visiones del espectro para así conseguir que la potencialidad de la idea
sea un hecho incontestable en la realidad.
Nuestro
mundo, sin embargo, está
lleno de grandes pensadores que nunca llegaron a cristalizar sus ideas.
Eran intelectualmente geniales pero débiles desde el punto de vista práctico.
La teoría nunca tendrá más poder que la práctica, por muy bien elaborada que
ésta sea realizada.
Por
poner un ejemplo: puedo
elaborar un excepcional compendio de mil páginas con toda clase de detalles
sobre ideas y teorías para maniobrar una bicicleta, pero hasta que no me suba a
la bicicleta y pedaleé no sabré realmente cómo manejar una bicicleta, así de
simple.
La práctica siempre se impone a la
teoría por
una simple razón, los
resultados tienen más poder que las grandes ideas. En palabras del
filósofo y poeta estadounidense Ralph Waldo Emerson: “Lo que haces habla tan fuerte que no puedo oír lo
que dices”.
La
experiencia que nos reporta la vida y las acciones que acometemos en ella son
la parte verdaderamente relevante de este binomio. Si creamos una idea
convencional pero le damos viabilidad, ésta tendrá muchísimo mayor poder y fuerza que una idea
brillante pero sin desarrollo.
Las ideas son el caldo de cultivo de
las grandes transformaciones y revoluciones, pero es la acción quien da a las
ideas vida, forma y realidad.
La
acción supone el compromiso inquebrantable de plasmar la idea que tenemos en
mente con la mayor claridad y precisión posibles. La idea enciende la chispa y
la llama pero es la acción quien no solo mantiene, sino que engrandece la
luminosidad y el poder de la llama.
Las personas que destacan por su
excelencia e integridad a nivel mundial, son personas que combinan
perfectamente el poder de este gran binomio. Son estratégicamente geniales y tácticamente brillantes.
Conciben una idea e inmediatamente
hallan la vía precisa para darle forma y consistencia. Conjuntan creatividad y eficacia
a la hora de conseguir que las cosas se hagan adecuadamente. Y por eso,
claro está, triunfan.
Así
pues, realicemos un compromiso sincero y persistente para actuar de manera
decidida ahora mismo. Plasmemos
nuestras más profundas ideas acerca de lo que somos y lo que deseamos alcanzar,
y tengamos la valentía necesaria de darles forma y verdad.
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