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EL PAPA LEÓN XIV LLAMA A LA ORACIÓN PARA QUE TODOS LOS NIÑOS DEL MUNDO CREZCAN EN PAZ Y ARMONÍA

 

Durante la tradicional bendición de las figuras del Niño Jesús en el Vaticano, el papa León XIV realizó este domingo un emotivo llamado a la oración por la infancia del mundo. Tras el rezo del Ángelus, el sumo pontífice invitó a los fieles a elevar sus plegarias para que todos los niños puedan crecer en un entorno de paz, armonía y dignidad. Desde la ventana del Palacio Apostólico, el Santo Padre se dirigió especialmente a los niños y jóvenes presentes en la Plaza de San Pedro. «Frente al pesebre, pidan a Jesús por las intenciones del Papa», expresó, subrayando la importancia de la oración colectiva como gesto de protección y esperanza para las nuevas generaciones. El mensaje fue recibido con gratitud por los cientos de asistentes. La jornada estuvo marcada por un ambiente festivo y profundamente devoto. Personas de todas las edades acudieron al Vaticano llevando las imágenes del Niño Jesús que adornarán sus hogares, escuelas y centros de oración. El pontífice dedicó palabras afectuosas a los más pequeños, muchos de los cuales sostenían estatuillas de distintos tamaños, y destacó el valor de esta tradición que fortalece el espíritu navideño y la vida comunitaria. Esta celebración, presidida por primera vez por el papa León XIV, es promovida desde la década de 1980 por el Centro de Oratorios Romanos. Antes del acto central, la Plaza de San Pedro se convirtió en un espacio de encuentro y convivencia, donde animadores y catequistas organizaron juegos y actividades para los niños, preparando a los fieles para el momento de la bendición papal. Al finalizar, el Papa aprovechó la cercanía del cierre del Jubileo de la Esperanza para extender sus mejores deseos a los peregrinos. Con un mensaje lleno de cercanía y calidez, deseó a todos una Navidad serena y una santa celebración en compañía de sus seres queridos.

En un mundo donde las sombras de la guerra, la desigualdad y el desarraigo amenazan la inocencia de la infancia, el llamado del Papa León XIV a la oración resuena como un faro de esperanza eterna. Desde la ventana del Palacio Apostólico, frente al pesebre que evoca el nacimiento humilde de Jesús, el Santo Padre nos invita a unirnos en una plegaria colectiva por todos los niños del mundo. No es solo un gesto ritual; es un recordatorio profundo de que la paz y la armonía no se construyen con palabras vacías, sino con el poder transformador de la fe compartida, esa fuerza invisible que protege las almas más vulnerables y siembra semillas de dignidad en suelos áridos.

Imaginemos por un instante a esos pequeños en la Plaza de San Pedro, sosteniendo estatuillas del Niño Jesús con manos temblorosas de emoción. Ellos, como el Divino Infante, representan la promesa de un futuro renovado. Pero más allá de la festividad navideña, este acto nos confronta con una verdad espiritual: cada niño es un pesebre viviente donde Dios se hace presente. Orar por ellos significa abogar por un mundo donde crezcan no en medio de violencias ni carencias, sino envueltos en el manto de la armonía familiar, la justicia social y la esperanza jubilar que el Papa evoca al cerrar este Año de la Esperanza. Es un llamado a la acción interior: ¿qué parte de nuestro corazón debemos purificar para que nuestra oración no sea mera devoción, sino un compromiso vivo por la infancia global?

Esta tradición, impulsada por el Centro de Oratorios Romanos desde los años 80, trasciende lo litúrgico para convertirse en un puente comunitario. En un era de pantallas y soledades digitales, nos recuerda el valor de la convivencia real: juegos en la plaza, bendiciones compartidas y deseos de una Navidad serena. Que este mensaje del Papa León XIV nos impulse a ser guardianes de la paz infantil, elevando no solo plegarias, sino obras de misericordia que hagan realidad la armonía soñada para las nuevas generaciones.

 

Reflexión: El Pesebre de la Esperanza Infantil

En el corazón del Vaticano, bajo el sol invernal de diciembre, el Papa León XIV extiende sus brazos no solo para bendecir figuras de yeso del Niño Jesús, sino para abarcar con su oración a cada niño del planeta. "Frente al pesebre, pidan a Jesús por las intenciones del Papa", nos dice, y en esas palabras late el pulso de una fe que no se conforma con lo inmediato. Es un clamor por paz en regiones laceradas por conflictos, por armonía en hogares fracturados por la pobreza, y por dignidad en infancias robadas por la indiferencia global.


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