Las posibilidades de un ser apasionado
son ilimitadas y nunca sabes lo que puedes hasta que no te comprometes.
La pasión es la fuerza de los seres
excelentes y se
identifica con la energía divina que todos guardamos dentro.
Cuando
tú tomas consciencia de lo que vales y lo que puedes, sientes a Dios en tu
interior y eres capaz de volar.
La
pasión movió a Magallanes en su viaje alrededor del mundo, a Pasteur en sus
investigaciones y a Paganini en sus conciertos.
Pero no es una fuerza dada sólo a seres
especiales, también tú la tienes y ya has sentido su inmenso poder.
Fíjate
toda la energía y las ganas que vuelcas en aquello que te atrae: un ser amado,
un deporte o una afición.
Yo siempre pienso en la pasión cuando
veo a los afiebrados fans de un artista o a los hinchas fieles de un equipo.
Nada
los cansa, esperan horas, saltan, gritan y se emocionan hasta el paroxismo.
¿Qué tal esa energía puesta en el hogar
y el trabajo?
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