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SI YO FUERA DUEÑO DE MI TIEMPO, LO INVERTIRÍA EN LO QUE REALMENTE IMPORTA

 

 Si yo fuera dueño de mi tiempo, lo invertiría en lo que realmente importa” es una frase que, al pronunciarla, deja al descubierto una verdad silenciosa: muchas veces vivimos como si el tiempo nos perteneciera solo a medias. Lo tratamos como una obligación que cumplir y no como un don que administrar. Sin embargo, el tiempo no se pierde ni se ganase entrega. Cada minuto cedido a la prisa, al miedo o a la distracción es una renuncia invisible a aquello que da sentido a la vida.

Ser dueño del tiempo no significa controlarlo todo, sino elegir con conciencia. Elegir a quién escuchar, qué cultivar en el corazón, qué batallas merecen energía y cuáles solo nos roban paz. Cuando el tiempo se invierte en lo esencial —las personas, el crecimiento interior, la coherencia entre lo que somos y lo que hacemos— deja de ser un recurso finito y se convierte en una experiencia plena. No se trata de hacer más, sino de vivir mejor.

 

Análisis desde diversos puntos de vista

1. Perspectiva humana y existencialEl ser humano suele postergar lo importante creyendo que habrá “más adelante”. Esta frase confronta esa ilusión y nos recuerda que la vida ocurre en el presente. Lo esencial casi nunca grita; espera en silencio a que le dediquemos tiempo.

2. Perspectiva psicológicaLa sensación de no ser dueños del tiempo está ligada al estrés y a la sobrecarga mental. Cuando no elegimos conscientemente, el tiempo es ocupado por urgencias externas. Recuperar la autoría del tiempo fortalece la autoestima y reduce la ansiedad.

3. Perspectiva éticaInvertir el tiempo en lo que importa implica responsabilidad moral. ¿A qué causas, personas y valores estamos dedicando nuestra energía diaria? El uso del tiempo revela nuestras verdaderas prioridades, más allá de nuestros discursos.

4. Perspectiva social y culturalVivimos en una cultura que premia la productividad, no siempre el sentido. Esta frase cuestiona el modelo de vida acelerado y propone una mirada contracorriente: valorar la calidad del tiempo por encima de la cantidad de actividades.

5. Perspectiva espiritualDesde una visión interior, el tiempo es un regalo que se nos confía. Invertirlo en lo esencial —amor, servicio, conciencia, trascendencia— es una forma de honrar la vida y encontrar paz más allá del éxito externo.

 

Síntesis finalSer dueño del tiempo no es tenerlo todo bajo control, sino tener claridad. Claridad para reconocer que lo verdaderamente importante no suele ser urgente, pero sí eterno en sus efectos. Cuando el tiempo se alinea con el sentido, la vida deja de sentirse apurada y comienza a sentirse plena.

 

REFLEXIONES DE UN SACERDOTE CATOLICO

Como sacerdote, he aprendido que uno de los mayores anhelos del ser humano es ser dueño de su tiempo, porque en el fondo el tiempo es vida. Si yo fuera verdaderamente dueño de mi tiempo, lo invertiría en amar sin prisa, en escuchar con atención y en servir sin condiciones. Lo dedicaría a Dios, porque en Él el tiempo encuentra sentido; a la familia, porque allí se aprende a amar; y a los demás, porque nadie se salva solo.

Gastamos horas en lo urgente y descuidamos lo esencial. Corremos detrás del dinero, del reconocimiento o del miedo a perder, olvidando que el tiempo no se recupera, se ofrece. Jesús nos enseñó a detenernos ante el que sufre, a valorar el silencio y a vivir el presente como un regalo.

Cuando el tiempo se entrega con amor, deja de ser una carga y se convierte en semilla de eternidad. Al final de la vida, no contarán los logros, sino en qué y en quién invertimos nuestro tiempo.



 

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