La tercera parte de la población
en los Estados Unidos vive en un estado de estrés extremo, mientras que cerca de la mitad
(48 por ciento) considera que su estrés ha aumentado en los últimos cinco años.
El estrés está afectando enormemente a las personas,
contribuyendo al surgimiento de problemas de salud, relaciones deficientes y
pérdida de productividad laboral, según los resultados de una nueva
encuesta dada a conocer hoy por la Asociación Americana de Psicología (APA, por
sus siglas en inglés).
El dinero y el empleo siguen
siendo las causas principales de estrés para la cuarta parte de la población
del país, lo que equivale a un sorprendente incremento de más del 59
por ciento con respecto a los encuestados que reportaron las mismas fuentes de
estrés en el año 2006. El
sondeo también reveló que la crisis está afectando a muchas más personas,
pues la mitad de la población (51 por ciento) consideró este año los costos de
vida como fuentes de estrés.
Cerca de la mitad de las
personas en los Estados Unidos reportó que el estrés ejerce un efecto negativo
en sus vidas personales y profesionales. Aproximadamente la tercera
parte (31%) de los adultos empleados experimentan dificultades en el desempeño de las responsabilidades
laborales y familiares, mientras que el 35 por ciento considera que la
interferencia del trabajo en el tiempo que se dedica a la familia o al descanso
personal es una fuente significativa de estrés. El estrés provoca
que la mitad de la población (54 por ciento) se enoje con aquellos a quienes
tiene más cerca. Uno de cada cuatro encuestados reportó haber
confrontado dificultades con un amigo o familiar a causa del estrés, mientras
que el 8 por ciento
vinculó el estrés con un divorcio o separación.
"El estrés en los Estados
Unidos sigue aumentando, y está afectando cada aspecto de la vida, desde el
trabajo a las relaciones personales, los patrones de sueño y los hábitos de
alimentación, así como a la salud". "Sabemos que
el estrés es parte de la vida, y que cierto estrés puede tener un impacto
positivo. Sin embargo, los altos niveles de estrés que reportan muchos
estadounidenses pueden implicar consecuencias negativas a largo plazo en la
salud, que van desde fatiga hasta la obesidad y las enfermedades
cardiacas".
El 28 por ciento de las personas en los Estados Unidos
afirma que controla el estrés extremadamente bien. Sin embargo, muchas personas
reportaron haber experimentado el mes pasado síntomas físicos (77 por ciento) y psicológicos (73 por
ciento) relacionados con el estrés. Entre los síntomas de estrés
figuraron: fatiga
(51 por ciento); dolores
de cabeza (44 por ciento); problemas estomacales (34 por ciento); tensión muscular (30 por ciento); cambios de apetito (23
por ciento), rechinar de
dientes (17 por ciento); cambios en la libido o estímulo sexual (15 por ciento), y mareos (13 por ciento).
Por su parte, entre los síntomas psicológicos figuraron: irritabilidad o enojo (50
por ciento); nerviosismo
(45 por ciento); falta de
energía (45 por ciento); y deseos de llorar (35 por ciento). Además, cerca de la mitad
de los encuestados (48 por ciento) reportó insomnio a causa del estrés.
Si bien la población de los Estados Unidos lidia diariamente
con el estrés, los perjuicios a la salud son más serios cuando el estrés se
controla insuficientemente. Cuatro de cada diez personas
(43%) afirmó haber comido en exceso, o ingerido alimentos perjudiciales a la
salud para controlar el estrés; mientras que la tercera parte
(36%) pasó por alto una comida el mes pasado debido al estrés. Por
su parte, las personas que
consumen bebidas alcohólicas (39 por ciento) o fuman cigarrillos (19 por
ciento) también mostraron mayor propensión a conductas perjudiciales
para la salud durante períodos de gran estrés. Asimismo, cantidades
significativas de personas afirmaron que veían televisión durante más de dos
horas al día (43%) y se entretenían con videojuegos o navegando la Internet (39
por ciento). Entre las conductas sanas utilizadas para
controlar el estrés figuraron: escuchar música (54 por ciento); leer (52 por
ciento); hacer ejercicios o caminar (50 por ciento); dedicar tiempo a familia y
amigos (40 por ciento); y orar (34 por ciento).
Aunque muchas personas en los Estados Unidos reconocen que el estrés ejerce un impacto negativo en su salud,
pudieran carecer de la motivación necesaria para hacer cambios de estilo de
vida y conducta. Ejemplo de ello es que sólo el 35 por ciento
reportó que modificaría su conducta luego del diagnóstico de un trastorno
crónico. Entre los principales factores de motivación figuraron el deseo de
sentirse mejor (60 por ciento); de reducir la cantidad de estrés (45 por
ciento) y de mejorar su imagen o autoestima (41 por ciento). Por su parte, el
estímulo por parte de un cónyuge o compañero motivaría al 38 por ciento a
emprender cambios conductuales.
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