La Cruz es de Dios, pero es Cruz porque no nos abrazamos
a ella; puesto que si estuviéramos firmemente resueltos a querer la que Él nos
envía, dejaría de ser cruz. Es Cruz porque no la queremos, pero si es de Dios,
¿por qué no la queremos?
La Cruz es de Dios, y no debemos sólo mirarla sino
conformarnos con ella, como haríamos con una persona con la que nos viéramos
obligados a convivir. Sin pensarlo más, hay que cargar con
La
cultura del bienestar nos anestesia y perdemos la calma si el mercado ofrece
algo que todavía no hemos comprado, mientras todas esas vidas truncadas por
falta de posibilidades nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera
nos altera.
La democracia necesita de la virtud si no quiere ir
contra todo lo que pretende defender y estimular.
La dulzura en el hablar, en el obrar y en reprender lo
gana a todo y a todos.
La
economía, como la misma palabra indica, debería ser el arte de alcanzar una
adecuada administración de la casa común, que es el mundo entero.
La espiral de la violencia sólo la frena el milagro del
perdón.
La familia es la base de la sociedad y el lugar donde las
personas aprenden por vez primera los valores que les guían durante toda su
vida.
La familia es para los creyentes una experiencia de
camino, una aventura rica en sorpresas pero abierta sobre todo a la gran
sorpresa de Dios, que viene siempre de modo nuevo a nuestra vida.
La
familia está llamada a ser templo, o sea, casa de oración: una oración
sencilla, llena de esfuerzo ternura. Una oración que se hace vida, para que
toda la vida se convierta en nuestra vida.
La
fe además de conocerla, hay que vivirla.
La fe no es la simple aceptación de verdades abstractas
sino una relación íntima con Cristo que nos lleva a abrir nuestro corazón a
este misterio de amor y a vivir como personas que se saben amadas por Dios.
La fe no se opone a nuestros ideales más altos, al
contrario, los exalta y perfecciona.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios