La fe se refiere a cosas que no se ven, y la esperanza, a
cosas que no están al alcance de la mano.
La
fe sin la caridad no da fruto, y la caridad sin fe sería un sentimiento
constantemente a merced de la duda. La fe y el amor se necesitan mutuamente, de
modo que una permite a la otra seguir su camino. En efecto, muchos cristianos
dedican sus vidas con amor a quien está solo, marginado o excluido, como el
primero a quien hay que atender y el más importante que socorrer, porque
precisamente en él se refleja el rostro mismo de Cristo. Gracias a la fe
podemos reconocer en quienes piden nuestro amor el rostro del Señor resucitado
es compañera de vida que nos permite distinguir con ojos siempre nuevos las
maravillas que Dios hace por nosotros. Tratando de percibir los signos de los
tiempos en la historia actual, nos compromete a cada uno a convertirnos en un
signo vivo de la presencia de Cristo resucitado en el mundo.
La
formación de laicos y la evangelización de los grupos profesionales e
intelectuales constituyen un desafío pastoral importante.
La gente suele ser curiosa por conocer las vidas ajenas y
desidiosa para corregir su propia vida.
La homilía es la piedra de toque para evaluar la cercanía
y la capacidad de encuentro de un Pastor con su pueblo.
La homilía no puede ser un espectáculo entretenido, no
responde a la lógica de los recursos mediáticos, pero debe darle el fervor y el
sentido a la celebración.
La humanidad tiene la necesidad imperiosa del testimonio
de jóvenes libres y valientes, que se atrevan a caminar contra corriente y a
proclamar con fuerza y entusiasmo la propia fe en Dios, Señor y Salvador.
La
Iglesia de hoy no necesita "cristianos a tiempo parcial", sino
cristianos de una pieza.
La
Iglesia es el corazón de la humanidad.
La
Iglesia es la caricia del amor de Dios al mundo.
La Iglesia está llamada a ser siempre la casa abierta del
Padre. Uno de los signos concretos de esa apertura es tener templos con las
puertas abiertas en todas partes. Que nadie encuentre la frialdad de una puerta
cerrada.
La
Iglesia no es Santa porque esté llena de santos, sino porque fue el Único Santo
el que la fundó.
La Iglesia no es una simple Institución humana, como otra
cualquiera, sino que está estrechamente unida a Dios... no se puede separar a Cristo de la Iglesia.
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