La hipnosis favorece el recurso a mensajes
subliminales que es una seria violación de la libertad del individuo que lo
recibe.
El hipnotismo es
un tema de grandes controversias y un término difícil de definir por los mismos
especialistas. Suele considerarse como un estado de la mente durante el cual,
se produce un proceso de alteración temporal de la personalidad. En este
estado, los pensamientos y acciones del sujeto son condicionados por un
operador. De esta manera, el sujeto cree vivir un escenario que le plantea el
operador, como si estuviese en un sueño.
La mente humana
se encuentra separada en dos grandes divisiones. La parte que maneja el
pensamiento consciente y la que maneja el inconsciente. Cuando estamos
despiertos opera la primera, y cuando estamos dormidos, la segunda.
El hipnotismo por sugestión, consiste en permitir
al operador entrar en contacto con la mente inconsciente cuando el sujeto está
despierto, mediante sugestiones verbales. Transportarlo a un estado similar al
de estar dormido en el cual, el operador maneja los sueños.
El sujeto es,
desde luego, la persona hipnotizada. Y el operador es quien la hipnotiza.
No es factible
hipnotizar a todo el mundo. Los sujetos susceptibles, son apenas el 25% de la
población. Para lograrlo, se requiere que la persona que va a ser hipnotizada
reúna las siguientes características: Inteligencia, susceptibilidad, confianza
en el operador, interés y deseo de ser hipnotizado y, desde luego, conocimiento
y habilidad por parte del operador.
El procedimiento que he delineado anteriormente
tiene múltiples variantes, es difícil de llevar a cabo y tiene varias
desventajas graves:
-Se crea una dependencia del sujeto al operador.
-Es complicado el tránsito al despertar normal.
-No existe una metodología clara para su práctica.
No es posible la
comunicación con el subconsciente de manera verbal, lo que hace de este
procedimiento una técnica muy rudimentaria. Por lo general, no es usado en la
medicina tradicional. Sus usos más comunes son en la terapia psicoanalítica, la
medicina alternativa, como complemento de otras expresiones de la Nueva Era y
en algunas sectas.
La hipnosis
favorece el recurso a mensajes subliminales que es una seria violación de la
libertad del individuo que lo recibe, ya que al ser percibidos por debajo del
umbral de la conciencia, el receptor pierde toda posibilidad de discernimiento
crítico sobre el mensaje que lo invade, y por ende, del control sobre los
efectos que este mensaje causa en él. Una vez logrado el trance hipnótico, el
operador cambia de mecanismos, empleando ahora la sugestión.
Este sistema
sensorial de hipnotismo, fue el más utilizado por los iluminados y brujos de la
antigüedad, ya que se logra que el sujeto sienta, o deje de sentir, de acuerdo
a los deseos del operador. Y esto hace creer al paciente que se ha curado de
tal o cual enfermedad.
Dar órdenes
posthipnóticas como "Ya no te gusta fumar", o "La comida te
desagrada", son contraproducentes, pues el sujeto busca cubrir el vicio,
habito o adicción que hipotéticamente dejaría, con algún sustituto, que puede
ser peor.
Se utilizan técnicas respiratorias para inducir la
relajación, que es el paso previo al trance hipnótico. Es conocido que los
patrones respiratorios caracterizados por tasas bajas de inspiración, altos
volúmenes de aire y respiraciones abdominales producen un incremento del
control parasimpático y descenso del ritmo cardíaco. Estas técnicas carecen del
contraste experimental deseable e inducen una anulación de la sensorialidad y
restricción de la actividad consciente; provocan un estado en el cual se
produce una anulación del control consciente de la personalidad, permitiendo
que afloren de modo indiscriminado nuestras fallas de personalidad que
permanecieron hasta el momento latentes. De este modo, cualquier practicante de
estos métodos con una pequeña falla de personalidad, se expone imprudentemente
a sufrir un brote psicótico que no puede ser controlado adecuadamente sin ayuda
profesional.
En fin, si no se
tienen conocimientos sólidos de psicología, no hay que intentar alterar el
proceso de razonamiento de la mente humana. Es como abrir un reloj y no saber
que hacer con las piezas que hay adentro y una pérdida de tiempo, en el mejor
de los casos. Como observación para los posibles interesados en esta
disciplina, les recomiendo tener mucho cuidado con estas experiencias, pues una
vez que se hipnotiza a un sujeto, hay que saber que hacer con él.
Se han puesto de
moda las técnicas de control mental y el uso de la auto-hipnosis. Puede no
parecer preocupante que ciertas composiciones musicales conduzcan al individuo
hacia trances hipnóticos leves o fronterizos en los que no llega a registrarse
una pérdida total de la conciencia, aunque si una obnubilación de la misma. La
gravedad del fenómeno reside en el hecho de que en estos estados, que algunos
denominan “alfa”, se produce una reducción de las capacidades de pensamiento
lógico y análisis crítico del individuo, colocándolo en un estado de total
indefensión y haciéndolo plenamente vulnerable y manipulable, ya que
desaparecen las barreras concientes que nos permiten percibir la realidad
circundante sin que esta realidad turbe nuestra subjetividad de modo radical,
llegando a causar en algunos casos síntomas clásicos de los denominados estados
alterados de conciencia como son las alucinaciones, que en este caso no
obedecen a una causa sobrenatural, sino plena y simplemente humana como es la
música. Estos efectos pueden verse además magnificados sobre todo cuando el
oyente tiene una subestructura psicótica, ya que en estos casos, estas técnicas
pueden provocar lo que los psicólogos denominan un “brote”, estabilizando a la
persona en una determinada patología psicótica.
Algunos proponen
a la hipnosis como liberadora de las angustias y tensiones, promotora del
desarrollo personal, cuando en realidad aporta elementos de alto riesgo que
aunque sean empleados bajo la supervisión de un verdadero profesional pueden
convertirse en vehículos de esclavitud y dependencia, de limitación en un
verdadero desarrollo de la propia voluntad, del libre albedrío y por ende de la
verdadera libertad.
Lo importante es conocer a dónde llevan estas
intervenciones, cuáles pueden ser las consecuencias y a qué peligros nos
exponemos.
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