Normalmente, consideramos que el factor más
importante al momento de propagar un mensaje, es el contenido. Así pues, serían
de menor importancia elementos como el medio utilizado o las circunstancias
presentes al momento de propagarlo.
Sin embargo, hay buenas razones para pensar que, más allá de la importancia del propio mensaje, lo que permite que se propague como una epidemia y traspase la frontera del éxito son ciertos detalles tales como: la persona que lo emite, el modo de transmitirlo y las circunstancias que envuelven la emisión del mismo.
Las epidemias
Cuando pensamos en el surgimiento de una idea, producto o conducta del consumidor, tendemos a hacerlo en forma de relación causa-efecto. Es decir, los resultados son directamente proporcionales al esfuerzo aplicado para lograrlo.Según el concepto de tipping point, resulta mejor pensar en términos de epidemia. Una epidemia tiene tres características fundamentales:
- Son muy contagiosas: un pequeño grupo de personas pueden esparcirla en toda la población.
- Pequeños cambios pueden tener grandes efectos, una vez que la epidemia se ha extendido.
- Los cambios ocurren en forma dramática, y no en forma linear.
Para que su producto, servicio o idea alcance las proporciones de una epidemia, es necesario que vaya más allá de la frontera, como lo hacen estas. Para ello, debe cumplir con tres reglas fundamentales, descritas a continuación.
Regla 1: La ley de pocos
Las epidemias sociales no se propagan por sí mismas, sino que dependen de tres tipos de personas con habilidades y personalidades especiales:
Conectadores: son personas muy hábiles para unir al mundo. Un buen conectador: Conoce mucha gente: que cree en él. Conoce la gente que hace falta: gente influyente que pertenece a diversos grupos. Tiene mucha imaginación: y le gusta comprobar las cosas por sí mismo. Suele ser gregario y simpático. Es muy sociable: y le gusta estar en el centro de los acontecimientos.
Enterados: estos son los especialistas en información. Son el tipo de personas al que recurrimos cuando tenemos un problema. Los "enterados" están constantemente buscando y compartiendo información: viven para conseguir el mejor negocio de sus vidas y que sus amigos se enteren de lo que han conseguido. Son muy sociables y todo les produce curiosidad. Las características de los enterados son: Leen mucho: revistas, periódicos, libros, etc. Les encanta dar consejos: sin esperar nada a cambio. Asumen seriamente el desafío de dar buenos consejos. Se sienten motivados por ayudar y enseñar.
Vendedores: estos son los convencedores del mundo. Los "vendedores" quieren que los demás actúen como les ha recomendado. Un vendedor efectivo: Es naturalmente exuberante: la gente los encuentra divertidos y los escucha. Gusta de ayudar a los demás. Es encantador y carismático. Es apasionado: le encanta su trabajo. Sabe aprovechar todas sus habilidades y técnicas de persuasión. Es muy expresivo: y sabe transmitir ideas y pensamientos. Es gregario y simpático.
Tanto conectadores como enterados y vendedores son necesarios para desatar una epidemia. Las tendencias se propagan porque personas excepcionales las toman en cuenta y hablan de ellas a sus amigos.
Regla 2: El factor de pegajosidad
Así como es importante contar con la gente adecuada (conectadores, entendidos y vendedores) para propagar una epidemia, es de suma importancia tomar en cuenta la naturaleza del mensaje transmitido. Las epidemias se desatan a partir de información que es pegajosa o notable. Para que un mensaje publicitario se vuelva pegajoso, la publicidad:
Los presentan una y otra vez.
Saturan los medios.
Lo relacionan con personajes famosos o incluyen elementos cómicos.
Hacen varias pruebas.
Gastan millones de dólares.
El único problema con estas aproximaciones es que hoy en día el estadounidense promedio está expuesto a unos 254 mensajes comerciales diarios. Además, hay millones de ciberpáginas en la Internet, más de 50 canales de TV por satélite o por cable, y millones de revistas. Lograr que un mensaje publicitario sobreviva en dichas condiciones es una tarea difícil. Pero la lección básica de la pegajosidad es que la información debe ser presentada de un modo que sea memorable e irresistible.
Regla 3: El poder del contexto
Las epidemias son muy sensibles a las circunstancias y condiciones presentes. En otras palabras, ciertos factores pueden determinar si la epidemia traspasará el límite del éxito, se revertirá o será redireccionada. ¿Por qué? Porque la propagación de una epidemia depende en buena medida de lo que piensa la gente, y esto último es a su vez producto de las circunstancias. Asimismo, lo que la gente piensa depende de lo que piensan los demás. La propagación de epidemias está muy relacionada con la dinámica de grupos. Los grupos fomentan la propagación de epidemias de varias formas:
Magnificando la importancia de una idea: porque brinda la sensación de que todo el mundo está hablando de lo mismo.
Ayudando a simplificar una idea: esto permite que todos los miembros sean capaces de lidiar con la información.
Creando ambientes: en los que se fomenten o condenen ciertas ideas.
Sin embargo, hay buenas razones para pensar que, más allá de la importancia del propio mensaje, lo que permite que se propague como una epidemia y traspase la frontera del éxito son ciertos detalles tales como: la persona que lo emite, el modo de transmitirlo y las circunstancias que envuelven la emisión del mismo.
Las epidemias
Cuando pensamos en el surgimiento de una idea, producto o conducta del consumidor, tendemos a hacerlo en forma de relación causa-efecto. Es decir, los resultados son directamente proporcionales al esfuerzo aplicado para lograrlo.Según el concepto de tipping point, resulta mejor pensar en términos de epidemia. Una epidemia tiene tres características fundamentales:
- Son muy contagiosas: un pequeño grupo de personas pueden esparcirla en toda la población.
- Pequeños cambios pueden tener grandes efectos, una vez que la epidemia se ha extendido.
- Los cambios ocurren en forma dramática, y no en forma linear.
Para que su producto, servicio o idea alcance las proporciones de una epidemia, es necesario que vaya más allá de la frontera, como lo hacen estas. Para ello, debe cumplir con tres reglas fundamentales, descritas a continuación.
Regla 1: La ley de pocos
Las epidemias sociales no se propagan por sí mismas, sino que dependen de tres tipos de personas con habilidades y personalidades especiales:
Conectadores: son personas muy hábiles para unir al mundo. Un buen conectador: Conoce mucha gente: que cree en él. Conoce la gente que hace falta: gente influyente que pertenece a diversos grupos. Tiene mucha imaginación: y le gusta comprobar las cosas por sí mismo. Suele ser gregario y simpático. Es muy sociable: y le gusta estar en el centro de los acontecimientos.
Enterados: estos son los especialistas en información. Son el tipo de personas al que recurrimos cuando tenemos un problema. Los "enterados" están constantemente buscando y compartiendo información: viven para conseguir el mejor negocio de sus vidas y que sus amigos se enteren de lo que han conseguido. Son muy sociables y todo les produce curiosidad. Las características de los enterados son: Leen mucho: revistas, periódicos, libros, etc. Les encanta dar consejos: sin esperar nada a cambio. Asumen seriamente el desafío de dar buenos consejos. Se sienten motivados por ayudar y enseñar.
Vendedores: estos son los convencedores del mundo. Los "vendedores" quieren que los demás actúen como les ha recomendado. Un vendedor efectivo: Es naturalmente exuberante: la gente los encuentra divertidos y los escucha. Gusta de ayudar a los demás. Es encantador y carismático. Es apasionado: le encanta su trabajo. Sabe aprovechar todas sus habilidades y técnicas de persuasión. Es muy expresivo: y sabe transmitir ideas y pensamientos. Es gregario y simpático.
Tanto conectadores como enterados y vendedores son necesarios para desatar una epidemia. Las tendencias se propagan porque personas excepcionales las toman en cuenta y hablan de ellas a sus amigos.
Regla 2: El factor de pegajosidad
Así como es importante contar con la gente adecuada (conectadores, entendidos y vendedores) para propagar una epidemia, es de suma importancia tomar en cuenta la naturaleza del mensaje transmitido. Las epidemias se desatan a partir de información que es pegajosa o notable. Para que un mensaje publicitario se vuelva pegajoso, la publicidad:
Los presentan una y otra vez.
Saturan los medios.
Lo relacionan con personajes famosos o incluyen elementos cómicos.
Hacen varias pruebas.
Gastan millones de dólares.
El único problema con estas aproximaciones es que hoy en día el estadounidense promedio está expuesto a unos 254 mensajes comerciales diarios. Además, hay millones de ciberpáginas en la Internet, más de 50 canales de TV por satélite o por cable, y millones de revistas. Lograr que un mensaje publicitario sobreviva en dichas condiciones es una tarea difícil. Pero la lección básica de la pegajosidad es que la información debe ser presentada de un modo que sea memorable e irresistible.
Regla 3: El poder del contexto
Las epidemias son muy sensibles a las circunstancias y condiciones presentes. En otras palabras, ciertos factores pueden determinar si la epidemia traspasará el límite del éxito, se revertirá o será redireccionada. ¿Por qué? Porque la propagación de una epidemia depende en buena medida de lo que piensa la gente, y esto último es a su vez producto de las circunstancias. Asimismo, lo que la gente piensa depende de lo que piensan los demás. La propagación de epidemias está muy relacionada con la dinámica de grupos. Los grupos fomentan la propagación de epidemias de varias formas:
Magnificando la importancia de una idea: porque brinda la sensación de que todo el mundo está hablando de lo mismo.
Ayudando a simplificar una idea: esto permite que todos los miembros sean capaces de lidiar con la información.
Creando ambientes: en los que se fomenten o condenen ciertas ideas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios