Si
te dejas manipular o hipnotizar por los sistemas que manejan la sociedad te
conviertes en un autómata.
Tu
vida se ensombrece rica en juicios y pobre en amor, llena
de afanes y huérfana de paz interior.
Corres de acá para allá, no reflexionas,
trabajas, compras, consumes y, sin percatarte, te consumes.
Los
que esta sociedad llama muertos viven en otro plano,
mientras en éste muchos muertos deambulan por doquier.
Son
muertos con un alma seca o enclenque, enfocados solo en
hacer para tener y sin darle espacio al ser.
A
sus ratos de alegría los llaman felicidad, pero de ella no
saben nada porque tampoco
saben nada del amor.
Lo confunden con la atracción sexual, con
enamorarse, querer y
sentirse rico por un tiempo.
Pero, crece el número de seres que dan
prioridad al amor y a lo espiritual.
Son aún minoría, pero su número
aumenta.
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