“Ay, amor, ya no me quieras tanto; ay, amor no sufras más por mí.
Si
no más puedo causarte llanto, ay, amor, olvídate de mí.
Me da pena que sigas sufriendo tu amor desesperado, yo quisiera que tú
te encontraras de nuevo otro querer.
Otro ser que te brinde la dicha que yo no
te he brindado, y poder alejarme de ti para nunca más volver”.
Como ya lo habrás notado, es la letra de un bolero y
describe de maravilla el amor sufriente o victimario de tantos, en especial
mujeres.
Por eso dice con claridad: “Yo sé que te
mueres cual pálido cirio y sé que me quieres, que soy tu delirio y que en esta vida he sido tu cruz”.
Las letras de las canciones desnudan ese amor de apegos, de dolor y
sufrimiento, tan común en nuestra cultura o incultura.
¡Abundan los seres programados para someterse, rebajarse y sufrir! Seres sin autoestima que buscan de modo inconsciente a alguien que sea
su cruz.
Y claro, lo atraen y se unen, ya que quien maltrata también
busca a una víctima sumisa.
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