Especialmente en aquellas que se les ve algo más
que la humanidad.
Aquellas que a
veces la gente confunde con ángeles u otras entidades divinas...
Hablo de
aquellas personas que existen en nuestras vidas, que engrandecen nuestro
espacio con pequeñas alegrías.
De aquellas que
miran a los ojos porque son verdaderas, que hacen elogios, que agradecen y
piden disculpas con la misma simplicidad que un niño.
Personas que no necesitan hacer trampas para
conseguir lo que buscan, porque sus deseos se muestran en sus acciones y
reacciones, no en sus caprichos.
Personas que
hacen el bien y te protegen del mal con una sonrisa, una palabra, un
beso, un abrazo, una oración.
Personas que van
por la vida sin miedo a la oscuridad, que caminan firmes y levantan la cabeza
en momentos de completa desesperanza.
Personas que se
equivocan más veces de las que aciertan, que aprenden más de lo que enseñan y
viven más de lo que sueñan.
Personas que cuidan de su cuerpo, porque les
acompañará hasta el final. Que no
distinguen entre ricos o pobres, gordos o flacos, negros o blancos.
Personas,
simplemente personas, que no siempre están seguros de todo, pero siempre
cumplen.
Transparentes,
amigas, espontáneas, a veces ingenuas.
Prefiero creer
en relaciones basadas en la confianza, la serenidad, la humildad y
la sinceridad.
Prefiero creer
en aquellos encuentros que nos transmiten paz y armonía.
Prefiero creer en hombres y mujeres que
reverencian la vida con la misma intensidad que un gran amor...
Que pasan
por la Tierra y dejan su huella, su recuerdo.
Hombres y mujeres que habitan el perfecto universo
y el orden de la existencia...
Hombres y mujeres de alma limpia y puros de
corazón.
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