Ha
llegado el momento de un cambio en la gerencia, un cambio profundo, una nueva
forma de pensamiento acerca de cuáles son los objetivos de una organización y
el modo de alcanzarlos.
Las
jerarquías tradicionales (caracterizadas por controles férreos, toma
centralizada de decisiones y descripciones exactas de los empleos) no deberían
ser la orientación clave en la próxima era de los negocios, pues a menudo
alienan a los empleados y promueven una mentalidad de trabajo individualista.
Con ellas, también va en picada una de sus herramientas
claves: el maual de funciones, que a pesar de su uso extendido es más
disfuncional que útil, pues establece límites y proporciona una excusa
conveniente para no hacer. No
solo son costosas de desarrollar y actualizar, sino que restringen el cambio y
la flexibilidad. La mejor alternativa es abandonarlas y crear un lugar de
trabajo igualitario con responsabilidades compartidas.
Este es el enfoque de empresas que han sido exitosas durante
décadas, y es el enfoque de cada vez más organizaciones globales. Claro que
siempre existe la necesidad de un liderazgo, debe haber gente visionaria que
pueda influenciar a los otros, y gente que pueda ejecutar.
Los cambios a los que nos referimos tienen que ver con
gerenciar y dirigir. Los enfoques gerenciales actuales deben resaltar la
agilidad, enfatizar la adaptabilidad y enfocarse en el capital humano como
fuente de ventaja competitiva. Esto asegura una efectividad sostenible ahora y
en el futuro.
Pero
hay una razón para la existencia de jerarquías. Un lugar de trabajo sin jefes,
donde todos contribuyen igualitariamente, suena bien, utópico, con ecos de un
paraíso socialista para los obreros. Pero no creo que funcione a gran escala.
Los padres son los jefes originales, dotados de poder y sabiduría, y desde
niños aprendemos a respetar a los viejos, a los líderes de la comunidad, a los
maestros y a la gente en posiciones de autoridad. Las relaciones jerárquicas son tan naturales como la
respiración.
En las organizaciones (cuyo propósito es movilizar
diversos talentos y habilidades para producir bienes y servicios) la jerarquía
es una necesidad práctica. Alguien tiene que dividir las tareas, parearlas con
la gente apropiada e integrarlas para los clientes.
Este es el rol del supervisor, gerente, o jefe de equipo,
y sin él habría desorganización. No significa que los jefes necesiten ser
héroes o déspotas; pueden tomar decisiones a través del compromiso y la
consulta.
Una “organización sin fronteras” puede facilitar el
trabajo en red, no significa que los empleados vaguen sin dirección, sino que
la gente pueda compartir información, recursos e ideas para hacer a la empresa
más exitosa. Esto requiere de líderes con autoridad para romper ataduras entre
grupos e individuos con diferentes visiones de lo que se debe hacer. Y no hay
una mejor forma de hacerlo que a través de alguna versión de una jerarquía
tradicional.
NOTA: HA
LLEGADO EL MOMENTO DE UN CAMBIO EN LA GERENCIA, UN CAMBIO PROFUNDO, UNA NUEVA
FORMA DE PENSAMIENTO ACERCA DE CUÁLES SON LOS OBJETIVOS DE UNA ORGANIZACIÓN Y
EL MODO DE ALCANZARLOS... TODO ELLO CENTRADO EN EL HOMBRE
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