La vejez llega cuando los sueños se van; la vejez te
acorrala cuando ya nada te gusta.
Tú la llamas cuando tienes más dudas que fe y más quejas que gratitud y optimismo.
Tú mismo eliges cada día pintar el cuadro de tu vida con colores claros o con tonos oscuros.
Hace poco visité a una anciana de 88 años en paz con la vida, sin resabios y sin quejas inútiles.
Una vez más comprobé que es uno quien forja su vida y elige asumir la realidad con aceptación o desespero.
Y lo mismo pienso cuando
entro a una sala de cuidados intensivos a visitar un enfermo.
Aprendo mucho de los que siguen amorosos y calmados con un cuerpo bien deteriorado. Eligen bendecir y no renegar
Entonces descubro que la vida no depende de las
circunstancias sino de lo que hacemos con ellas.
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