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CUANDO ESTÁS BIEN CONTIGO MISMO PUEDES ESTAR BIEN CON LOS DEMÁS.



Sólo cuando manejas tu soledad puedes manejar una relación.

Necesitas valorarte para valorar, quererte para querer, respetarte para respetar, y aceptarte para aceptar, ya que nadie da lo que no tiene dentro de sí.

Ninguna relación te dará la paz que tu misma no crees en tu interior. Ninguna relación te brindará felicidad que tu misma no construyas. Solo podrás ser feliz con otra persona cuando seas capaz de decirle bien convencida: "No te necesito para ser feliz".
Sólo podrás amar siendo independiente, hasta el punto de no tener que manipular ni manejar a los que dices querer.

Sólo se podrá ser feliz cuando dos personas felices se unen para compartir su felicidad, no para hacerse felices la una a la otra.

Para amar necesitas una humilde autosuficiencia, necesitas autoestima y la práctica de una libertad responsable.

Pretender que otra persona nos haga felices y llene todas nuestras expectativas es una fantasía narcisista que sólo trae frustraciones.

Por eso, ámate mucho, madura, y el día que puedas decirle a la otra persona "Sin ti me lo paso bien", ese día estarás más preparado para vivir en pareja.

Qué tema el del amor...

Quién puede amar así?
Nos hemos educado en la idea de la "media naranja",  en que somos seres incompletos que necesitamos del otro para hallar la sensación de plenitud. Los cuentos de hadas siempre terminan con el encuentro del príncipe azul y el consabido "y vivieron felices".

Y creemos en esos cuentos. Y nos empecinamos en habitarlos.

Entonces aparecen frases como "el otro me hace sufrir", "el otro no comprende" y permanecemos atados a relaciones donde seguimos esperando que algo externo a nosotros cambie, y nos traiga la paz, el equilibrio, el amor, la felicidad.

Nada encontraremos en el otro si primero no lo hallamos en nosotros.

Es un largo proceso que puede tomarnos toda la vida, y al transitar ese camino, nos encontramos con partes nuestras que preferiríamos no reconocer, con dolores, con miserias personales... pero vale la pena.

Antes de acudir al encuentro del otro, deberíamos intentar el encuentro con nosotros mismos...



REFLEXIONES DE UN PSICOLOGO
El bienestar emocional y la salud mental son pilares fundamentales para una vida plena y significativa. En este sentido, la frase "Cuando estás bien contigo mismo, puedes estar bien con los demás" encierra una profunda verdad psicológica.

1. La autoestima como base de las relaciones sanas:
La autoestima, definida como la valoración que tenemos de nosotros mismos, juega un papel crucial en la construcción de relaciones sanas y duraderas. Cuando nos sentimos bien con nosotros mismos, somos más capaces de:
  • Establecer límites claros: Decir "no" a aquello que nos daña o incomoda sin sentir culpa o miedo al rechazo.
  • Comunicarnos de manera asertiva: Expresar nuestras necesidades, pensamientos y sentimientos de forma clara, directa y respetuosa.
  • Confiar en los demás: Abrirnos a nuevas relaciones y construir vínculos de confianza basados en el respeto mutuo.
  • Aceptarnos y aceptar a los demás: Reconocer que nadie es perfecto y que la diversidad enriquece nuestras relaciones.
  • Ser compasivos y empáticos: Comprender las emociones y necesidades de los demás, brindándoles apoyo y comprensión.
Por el contrario, una autoestima baja puede llevar a:
  • Dependencia emocional: Buscar la aprobación y validación externa en lugar de encontrarla en nosotros mismos.
  • Miedo al rechazo: Evitar el contacto social por temor a ser juzgados o criticados.
  • Relaciones tóxicas: Tolerar comportamientos dañinos o abusivos por miedo a la soledad.
  • Dificultad para perdonar: Guardar rencores y resentimientos que afectan nuestras relaciones presentes y futuras.
  • Falta de empatía: Dificultad para comprender y conectar con las emociones de los demás.
2. El amor propio como motor de relaciones saludables:
El amor propio, entendido como el cuidado y la valoración de nuestro bienestar físico, emocional y mental, es esencial para construir relaciones sanas. Cuidarnos a nosotros mismos nos permite:
  • Establecer relaciones basadas en el equilibrio: Dar sin esperar recibir a cambio, evitando la codependencia y el resentimiento.
  • Ser emocionalmente disponibles: Brindar apoyo y atención a los demás sin descuidar nuestras propias necesidades.
  • Poner límites saludables: Decir "no" a aquello que nos sobrecarga o nos impide cuidar de nosotros mismos.
  • Atraer relaciones positivas: Las personas que se aman a sí mismas irradian confianza y seguridad, lo que las hace más atractivas para establecer vínculos sanos.
  • Ser un ejemplo para los demás: Demostrar con nuestras acciones la importancia del amor propio y el cuidado personal.
3. El camino hacia el bienestar emocional:
Alcanzar el bienestar emocional y fortalecer la autoestima es un proceso continuo que requiere esfuerzo y dedicación. Algunas estrategias que pueden ayudarnos en este camino son:
  • Terapia psicológica: Buscar ayuda profesional para identificar patrones negativos de pensamiento y comportamiento, y desarrollar herramientas para mejorar nuestra autoestima y nuestras relaciones.
  • Prácticas de autocuidado: Implementar hábitos saludables como una buena alimentación, ejercicio físico, técnicas de relajación y sueño adecuado.
  • Rodearnos de personas positivas: Cultivar relaciones con personas que nos apoyan, nos valoran y nos inspiran a ser mejores personas.
  • Enfocarnos en nuestras fortalezas: Reconocer y celebrar nuestras cualidades y logros, en lugar de enfocarnos en nuestras debilidades.
  • Practicar la gratitud: Expresar agradecimiento por las cosas buenas de nuestra vida, tanto grandes como pequeñas.
En conclusión, la frase "Cuando estás bien contigo mismo, puedes estar bien con los demás" nos recuerda que el bienestar emocional es la base para construir relaciones sanas y duraderas. Al cultivar el amor propio, fortalecer nuestra autoestima y cuidar de nuestro bienestar mental, podemos establecer vínculos más profundos, significativos y enriquecedores con los demás.



REFLEXIONES DE UN SACERDOTE
En el Evangelio, encontramos enseñanzas valiosas sobre el amor y la caridad hacia el prójimo. Sin embargo, este amor no puede florecer genuinamente si no brota primero del amor propio, cimentado en la fe y la relación con Dios.
Cuando estamos en paz con nosotros mismos, cuando reconocemos nuestra dignidad como hijos de Dios, somos más capaces de amar y servir a los demás. La fe nos enseña que todos somos imagen y semejanza de Dios, poseedores de un valor inestimable.
Al cultivar el amor propio enraizado en la fe, nos abrimos a la compasión y la misericordia hacia nuestros hermanos. Somos más tolerantes, pacientes y comprensivos, pues reconocemos que todos compartimos las mismas fragilidades y anhelos.
Una persona en paz consigo misma, plena en la fe, es capaz de construir relaciones sanas y duraderas, basadas en el respeto mutuo, la comprensión y el perdón. Es como una luz que ilumina a los demás, reflejando el amor de Dios que habita en su corazón.
En la búsqueda del bienestar personal y social, no olvidemos que el amor propio, arraigado en la fe, es la piedra angular para construir un mundo más compasivo, justo y lleno de amor.

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