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UN DIA DECIDÍ PERDONARME POR…

 


Un día decidí dejar de culparme y hacer algo más constructivo, perdonarme y soltar algunas cosas de mi pasado que aún me pesaban Dicen que cuando no llegas a perdonar a una persona, nunca terminas de superar lo que te hizo, no lo sueltas; cargas en tu corazón con el resentimiento, el rencor y la rabia; sentimientos que te intoxican desde dentro y que, a la larga, sólo traen consigo amargura y frustración Entonces, ¿qué podía pasar si no me perdonaba a mi misma? Nada bueno.
 
ME PERDONO POR…
·         aferrarme a una relación tóxica.
·         centrarme en lo malo y no en lo bueno.
·         cometer errores en el pasado.
·         dejar que el miedo me impidiera tomar riesgos.
·         dudar de mis habilidades.
·         elegir a la persona equivocada.
·         haber dejado que mis miedos me paralizaran.
·         haber desperdiciado tiempo y energía preocupándome por cosas que estaban fuera de mi control.
·         haber guardado rencores y resentimientos hacia mí mismo, impidiéndome avanzar y crecer.
·         haber ignorado las necesidades de los demás y haberme centrado únicamente en las mías.
·         haber tomado decisiones que sabía que no eran correctas para mí.
·         haber lastimado a otros.
·         haber perdido oportunidades de crecimiento personal por temor al fracaso o al rechazo.
·         haber permitido que el miedo me impidiera seguir adelante con mis sueños.
·         haber sentido celos de otras mujeres, siguiendo el mandato patriarcal de competencia y desconfianza.
·         haberme aferrado al pasado y haberme resistido al proceso de dejar ir aquello que ya no me servía.
·         haberme aferrado al rencor y la amargura, impidiendo mi propio crecimiento y sanación.
·         haberme comparado constantemente con los demás y haberme sentido insuficiente.
·         haberme dejado llevar por la negatividad y la autocrítica, en lugar de practicar la autoaceptación y el amor propio.
·         haberme descuidado emocional, física o espiritualmente en momentos de autodescuido.
·         haberme juzgado con tanta dureza, en lugar de practicar la compasión y la autoaceptación.
·         haberme negado el derecho a ser vulnerable y a pedir ayuda cuando la necesitaba.
·         haberme quedado callado ante las injusticias.
·         haberme rendido demasiado pronto.
·         haberme resistido al cambio y haberme aferrado obstinadamente a la familiaridad, incluso cuando sabía que era necesario evolucionar.
·         haberme resistido al proceso de perdón y haber mantenido resentimientos hacia mí mismo o hacia los demás.
·         las decisiones impulsivas que he tomado sin considerar las consecuencias.
·         las mil veces que me engañé a mi misma con falsas ilusiones.
·         las veces que he fallado en cumplir con mis responsabilidades y compromisos.
·         las veces que he herido a otros con mis palabras o acciones.
·         las veces que no supe poner límites amorosos a situaciones que me estaban haciendo daño y terminé haciendo y haciéndome más daño.
·         los traumas del pasado.
·         mi autocrítica.
·         mi culpa.
·         mi envidia.
·         mi inseguridad.
·         mi ira.
·         mi miedo.
·         mi resentimiento.
·         mi tristeza.
·         mis celos.
·         mis decepciones.
·         mis dudas.
·         mis errores del pasado.
·         mis fracasos.
·         mis pérdidas.
·         negar la sabiduría de mi cuerpo
·         no cumplir con las expectativas de los demás.
·         no dejar ir a tiempo.
·         no encajar en el molde.
·         no haber confiado en mi intuición.
·         no haber creído en mí mismo.
·         no haber defendido lo que creo.
·         no haber hablado cuando debía.
·         no haber luchado lo suficiente por salvar la relación.
·         no haber podido alcanzar mis metas.
·         no haber podido hacer más.
·         no haber reconocido mi propio valor y haber permitido que la autoestima negativa dictara mi percepción de mí mismo y mi vida y haber permitido que otros me menosprecien y me traten mal.
·         no haber sabido cómo actuar en ese momento.
·         no haber seguido mis sueños.
·         no haber sido auténtico conmigo mismo y haberme conformado con una vida que no me llenaba de plenitud.
·         no haber sido capaz de comunicarme mejor en la relación.
·         no haber sido fiel a mis valores y principios en situaciones difíciles.
·         no haber sido la mejor versión de mí mismo.
·         no haber sido lo suficientemente compasivo conmigo mismo cuando enfrentaba desafíos o fracasos.
·         no haber sido lo suficientemente valiente.
·         no haber sido más agradecido.
·         no haber sido más amoroso y cariñoso.
·         no haber sido más auténtico y genuino.
·         no haber sido más compasivo y empático.
·         no haber sido más disciplinado y perseverante.
·         no haber sido más fiel a mis propios valores.
·         no haber sido más generoso con mi tiempo y recursos.
·         no haber perdonado a los demás.
·         no haber sido más presente y atento en mis relaciones.
·         no haber tomado riesgos.
·         no haber vivido lo suficiente.
·         no haberme amado lo suficiente.
·         no haberme cuidado como debería.
·         no haberme dado el espacio para cometer errores y aprender de ellos, en lugar de castigarme por ellos.
·         no haberme esforzado lo suficiente.
·         no haberme permitido disfrutar de momentos de felicidad por temor al juicio de los demás.
·         no ser perfecto.
·         querer ser alguien que no soy.
·         ser humano.
·         ser quien soy.
·         tener pensamientos negativos sobre mí mismo.
·         toda la rabia, envidia, odio y violencia que me causé, por no saber ver que los demás son solamente mi reflejo, y no poder apreciar su propia vulnerabilidad, así como la esencia divina en su interior.
·         todas las veces que no escuché mi voz interior y cedí a las presiones sociales, amargándome, o llevándome a realizar acciones que realmente no deseaba.
 
REFLEXIONES DE UN PSICOLOGO SOBRE: "UN DIA DECIDÍ PERDONARME POR"
Un día decidí perdonarme por las expectativas no cumplidas y las metas no alcanzadas. En ese acto de compasión hacia mí mismo, reconocí mi humanidad y la imposibilidad de no cometer errores en el camino hacia el crecimiento personal. Al liberarme del peso del autojuicio y la autocrítica, abrí la puerta hacia la aceptación y la autoaceptación. Entendí que el perdón hacia uno mismo es un proceso continuo de amor y comprensión hacia nuestras imperfecciones. Que cada uno de nosotros pueda encontrar la paz interior al perdonarse por nuestras fallas y abrazar la belleza de nuestra propia humanidad. Invito a mis pacientes a que se atrevan a perdonarse, para que puedan experimentar la libertad y la paz que merecen.
Si usted también lucha con el perdón hacia sí mismo, le animo a que busque ayuda profesional. Un psicólogo puede guiarlo en este proceso tan importante para su salud mental y emocional. Recuerde que el perdón no es un acto de debilidad, sino de fortaleza y amor propio. Que este camino de perdón le traiga paz, sanación y nuevas oportunidades en su vida.
 
 
REFLEXIONES DE UN SACERDOTE SOBRE: "UN DIA DECIDÍ PERDONARME POR"
Mis queridos hermanos y hermanas, hoy les comparto una reflexión sobre el poder sanador del perdón. En el camino de la fe, a veces nos encontramos con cargas pesadas que nos impiden avanzar con ligereza y alegría. Un día, en la quietud de la oración, decidí perdonarme. Fue un acto de valentía y de amor propio, un paso necesario para liberarme de las cadenas del pasado y abrirme a la gracia de Dios. No fue fácil, lo confieso. La culpa y la vergüenza me atenazaban, susurrándome al oído que no era digno del amor y la misericordia de Dios. Pero en la oración encontré la fuerza para romper con esos pensamientos negativos y abrazar la verdad: Dios me ama incondicionalmente, con mis defectos y mis errores.
Al perdonarme, no solo liberé mi alma de un peso innecesario, sino que también abrí mi corazón a la posibilidad de un nuevo comienzo. Aprendí a ser más compasivo conmigo mismo, a aceptar mis limitaciones y a celebrar mis fortalezas.
El peso de nuestros errores, de las heridas del pasado y de la autocrítica puede ser un obstáculo para alcanzar la paz interior y la plenitud que Dios nos ofrece. Un día decidí perdonarme por mis errores del pasado, por las oportunidades que dejé pasar, por las veces que no fui lo suficientemente fuerte.
Perdonarme fue un acto de valentía y humildad, un paso crucial para sanar las heridas de mi alma. Al abrazar la misericordia, pude liberar el peso de la culpa y la vergüenza, y abrirme a la gracia de Dios. El perdón me permitió emprender un nuevo camino, lleno de esperanza y posibilidades.
Si ustedes también cargan con el peso del rencor hacia ustedes mismos, les invito a que tomen la valiente decisión de perdonarse. No esperen más, no se castiguen por sus errores. Dios está con ustedes, listo para abrazarlos con su amor infinito y guiarlos hacia una vida plena y libre.
Atrevan a perdonarse y pidan ayuda a un sacerdote. Sólo así podrán experimentar la libertad y la paz que Dios desea para ustedes. Que el Señor les conceda el valor y la fortaleza para perdonar y ser perdonados.
Que Dios los bendiga y los fortalezca en su camino de fe.
Amén.


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