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ACEPTANDO LA EFÍMERA REALIDAD

 

En el torbellino de la vida, nos aferramos a la ilusión de la permanencia, buscando certezas en un mundo que cambia constantemente. Nos esforzamos por controlar lo incontrolable, anhelando estabilidad en un trayecto marcado por la incertidumbre.
 
Pero en el transcurso del tiempo, he aprendido que la esencia de la existencia radica en aceptar la fugacidad de todo cuanto nos rodea. Nos hallamos inmersos en un universo donde la constante transformación es la única certeza absoluta.
 
Aprender a abrazar la efímera realidad es el camino hacia la serenidad. Aceptar que somos efímeros en este vasto lienzo temporal nos libera de la carga del afán desmedido por retener lo que inevitablemente se desvanece.
 
La vida nos concede la oportunidad de vivir momentos intensos, de amar, de aprender y de crear, pero también nos enseña que todo tiene su tiempo y su fin. Los encuentros, los amores, los logros y las posesiones, todo es pasajero, todo es parte de un ciclo ineludible.
 
La aceptación de esta fugacidad no significa resignación, sino sabiduría. Nos impulsa a valorar cada instante, a tejer experiencias significativas, a sembrar la bondad y la alegría en el breve lapso que nos es dado.
 
Al abrazar la efímera realidad, reconocemos la belleza de lo transitorio. Nos permite despojarnos de las ataduras del apego excesivo y nos enseña a vivir con gratitud, a soltar con amor y a trascender con humildad.
 
En el fluir de lo efímero, encontramos la paz y armonía. Aceptamos nuestra propia fragilidad, nuestra temporalidad y reconocemos que, en esta danza fugaz, reside la magia de la existencia.
 
Así, aprendemos a bailar al compás de lo cambiante, a contemplar la belleza de lo efímero y a abrazar la vida en su constante transformación.
 

Consejos para aceptar la efímera realidad: 

·         Vive el momento presente. Concéntrate en lo que estás haciendo aquí y ahora, y no te preocupes por el pasado o el futuro.

·         Aprende a soltar. No te aferres a las cosas que no puedes controlar. Deja ir lo que ya no es importante para ti.

·         Aprecia lo que tienes. Sé agradecido por las cosas buenas que tienes en tu vida.

·         Disfruta cada instante. Sé consciente de cada momento que vives, y aprovéchalo al máximo.

 

¿Qué beneficios trae aceptar la efímera realidad?

Aceptar la efímera realidad tiene varios beneficios, entre los cuales destacan:

·         Apreciación de lo que nos rodea: Al reconocer que todo es efímero, podemos apreciar y disfrutar de lo que tenemos en el presente, ya que no es necesario esperar para el futuro o lamentar lo que ya ha pasado

·         Adaptabilidad: La aceptación de la efímera realidad nos enseña a adaptarnos a los cambios y a enfrentar las transiciones en nuestras vidas, lo que nos permite ser más flexibles y resilientes ante las circunstancias

·         Sabiduría y comprensión: Al vivir con la conciencia de la efímera realidad, podemos profundizar en nuestra sabiduría y comprensión de la vida y el mundo que nos rodea, lo que nos permite ser más conscientes de las conexiones y relaciones entre las cosas

·         Reducción del estrés y la preocupación: Al reconocer que la realidad es efímera, podemos reducir el estrés y la preocupación por lo que podría suceder en el futuro, lo que nos permite vivir más presentes y disfrutar de la vida

·         Conexión con la belleza del momento: La efímera realidad nos invita a apreciar y celebrar cada momento de nuestras vidas, ya que cada instante es único y valioso en sí mismo

·         Cultivar de la gratitud: Al aceptar la efímera realidad, podemos desarrollar una actitud de gratitud por lo que tenemos en el presente, en lugar de lamentar lo que no tienes o buscar constantemente lo que aún no estamos

·         Enfoque en lo que se puede controlar: La aceptación de la efímera realidad nos permite enfocarnos en lo que podemos controlar y tomar decisiones conscientes, en lugar de preocuparnos por lo que no podemos controlar

En resumen, aceptar la efímera realidad nos brinda una perspectiva más equilibrada y consciente sobre la vida y el mundo que nos rodea, lo que nos permite vivir una vida más plena, equilibrada y presente.

  

REFLEXION:

Y TUVE QUE ACEPTAR...

Que no sé nada del tiempo…

Que es un misterio para mí

Y que no comprendo la eternidad.

Yo tuve que aceptar, Que mi cuerpo no sería inmortal

Que él envejecería Y un día se acabaría.

Que estamos hechos de,

Recuerdos y olvidos;

Deseos, memorias, residuos, ruidos, susurros, silencios, días y noches, pequeñas historias y sutiles detalles.

Tuve que aceptar que,

Todo es pasajero y transitorio,

Y tuve que aceptar,

Que vine al mundo para hacer algo por él.

Para tratar de dar lo mejor de mí.

Para dejar rastros positivos de mis pasos antes de partir.

Yo tuve que aceptar, Que mis padres no durarían siempre Y que mis hijos poco a poco, escogerían su camino y seguirían ese camino sin mí.

Y tuve que aceptar, Que ellos no eran míos, como suponía, y que La libertad de ir y venir, es también un derecho suyo.

Yo tuve que aceptar, Que todos mis bienes me fueron confiados en préstamo, Que no me pertenecían Y que eran tan fugaces como fugaz era mi propia existencia en la tierra.

Y tuve que aceptar que, Los bienes quedarían para uso de otras personas, cuando yo, ya no esté por aquí.

Yo tuve que aceptar,

Que barrer mi acera todos los días, no me daba garantía de que era propiedad mía y que barrerla con tanta constancia, sólo era una fútil ilusión de poseerla.

Yo tuve que aceptar,

Que lo que llamaba “Mi casa” era sólo un techo temporal que un día más, un día menos, sería el abrigo terrenal de otra familia.

Y tuve que aceptar que, Mi apego a las cosas, sólo haría más penosa mi despedida y mi partida.

Yo tuve que aceptar, Que los animales que quiero y los árboles que planté, mis flores y mis aves, eran mortales.

Ellos, No me pertenecían.

Fue difícil pero, tuve que aceptarlo.

Yo tuve que aceptar, mis fragilidades, mis limitaciones y mi condición de ser mortal, de ser efímero.

Yo tuve que aceptar, Que la vida continuaría sin mí

Y que al cabo de un tiempo, me olvidarían.

Humildemente confieso: Que tuve que librar muchas batallas para aceptarlo.

Y tuve que aceptar que: No se nada del tiempo.

Que es un misterio para mí.

Que no comprendo, la eternidad y que nada sabemos sobre ella.

Tantas palabras escritas, Tanta necesidad de explicar, entender y comprender este mundo y la vida.

Que en él vivimos.

Pero me rendí y acepté lo que tenía que aceptar Y así dejé de sufrir.

Deseché, Mi orgullo y Mi prepotencia Y admití que la naturaleza trata a todos de la misma manera, Sin favoritismos.

Yo tuve que, Desarmarme y abrir mis brazos, para reconocer la vida como es.

Reconocer que: Todo es transitorio y que funciona mientras estemos aquí en la tierra.

Eso me hizo reflexionar y aceptar, Y así alcanzar la paz tan soñada.

 

 NOTA: ACEPTAR LA EFÍMERA REALIDAD NO ES FÁCIL, PERO ES POSIBLE. ES UN CAMINO QUE REQUIERE PRÁCTICA Y PACIENCIA, PERO QUE VALE LA PENA RECORRER.


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