Dicen que tu amor es un
veneno,
que besarte es jugar con
fuego,
que hay humo en tu mirada
y un abismo en tu deseo.
Pero yo…
yo ya no busco salvarme.
Prefiero mil veces perderme
en tu locura
que vivir sobrio de tu piel.
¿Que bebes?
¿Que fumas?
¿Que te pierdes en las noches que otros temen?
A mí no me importa.
Porque cuando te beso,
todo lo que duele, deja de
doler.
Llaman “vicio” a lo que siento,
y sí, tal vez lo sea.
Pero es un vicio dulce,
un castigo que yo mismo
pido,
una condena que llevo con
gusto.
Pégame tu vicio.
Ese delirio que escondes en
los labios.
Ese temblor que provocas
sin tocarme.
Ese veneno que sabe a gloria.
Que digan lo que quieran.
Que me señalen.
Que me adviertan.
Yo ya firmé con el alma…
y el alma no se arrepiente
cuando ama de verdad.
Aunque me rompas,
aunque me consumas,
aunque no seas de nadie…
Tú ya vives en mí.
Y no hay cura para este
amor.

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