No vengo a pedir perdón,
ni a esconder las lágrimas
que alguna vez vertí
jurándote que no volvería a
fallar.
Tampoco busco que calles
ni que encierres tu dolor en una sonrisa fingida.
Solo vengo a decir que te
amo…
sin condiciones, sin
excusas,
y que el resto, lo decida
Dios.
Ya no te pido que creas,
porque la fe se quiebra donde el alma se rompe.
Y el pasado, amor,
no se borra con promesas ni
se enmienda con palabras.
No pretendo que olvides,
ni que finjas que nada
pasó…
Sé que aquella noche cambié
la historia.
Fue una noche de copas,
una noche donde me perdí
en unos besos que no sabían
a ti,
en una boca que no tenía tu voz.
Y en ese instante de locura y dolor,
te traicioné…
no solo a ti, también a mí.
No me excuso, pero sí te confieso:
tú estabas tan lejos
y yo tan rota…
Y aunque nunca antes te
había fallado,
esa noche fui débil.
No por amor, sino por
rabia,
por esa absurda venganza
que no sana,
que solo destruye.
Hoy sé que fue una torpeza,
que me manché yo sola,
que te herí sin medida
por un momento que no valió nada.
Y aun así, te quise,
te quiero…
aunque tal vez ya no
importe.
¿Podrás tú, amor,
olvidar lo que yo no puedo borrar?
No te pido que regreses,
solo que no me lleves en tu
corazón como herida.
Porque sí…
fue una noche de copas,
una noche loca,
y esa…
esa es la historia.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios