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LA GATA BAJO LA LLUVIA: UNA DESPEDIDA CON ELEGANCIA

 

Amor, no temas. No soy un fantasma que reclama tu tiempo.

Mi destino ya estaba escrito en las estrellas,

antes de que nuestros pasos coincidieran

en ese cruce de caminos llamado hora y bulevar .

Tú eres el río que sigue su cauce,

y yo, la roca que acepta la corriente,

aunque me desgaste en silencio.

 

Sé que en tu mente hay un torbellino,

como hojas secas danzando en otoño.

No te culpo. La vida es así:

nos entrega momentos como flores efímeras,

y cuando intentamos aferrarlas,

solo quedan espinas.

 

No seré tu culpa, ni tu remordimiento.

Soy la gata bajo la lluvia,

con el pelaje mojado y el orgullo intacto,

maullando no por necesidad,

sino por la memoria de un calor que ya no existe.

Si alguna lágrima cae, perdón:

es solo el eco de un corazón que aprende a callar.

 

¿Sabes? Si nos cruzamos otra vez,

invítame a un café. Hagamos el amor

como dos actores que interpretan su última escena,

saboreando cada palabra, cada beso,

con la dignidad de quienes saben que es un adiós.

Y si no vuelvo a verte,

ojalá el viento te lleve mi bendición,

y el sol ilumine tus nuevos horizontes.

 

Porque la vida es así:

tú te vas, y yo me quedo aquí,

bajo la lluvia que lava mis heridas,

convertida en gata, en sombra, en poema.

Ya no seré tuya,

pero seré eterna en este instante

donde el amor, aunque fugaz,

dejó su huella en mi piel.

 

Reflexión para quienes han amado con intensidad y han entendido que no todo amor debe durar para ser inolvidable.

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