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¿QUE DIJO EL PAPA FRANCISCO SOBRE LAS COSAS QUE UN HIJO NO DEBE HACER NUNCA A SUS PADRES?

 

Hoy quiero hablarles de un mandamiento que no solo está en los Diez Mandamientos, sino en el corazón mismo de la humanidad: honrar a nuestros padres . No como una obligación fría, sino como un acto de amor que dignifica a todos, une familias y sana al mundo.

 

   Nunca los humillen, ni en público ni en privadoDetrás de un padre o madre hay una historia de sacrificios, errores, luchas y amor. Aunque no hayan sido perfectos, su dignidad es intocable. "¿Quién soy yo para juzgar?", pregunté una vez. Y hoy les digo: si alguien falló, no merece burlas, sino comprensión. El perdón no borra el dolor, pero abre espacio para la paz.

   Nunca los maltraten, física ni emocionalmenteEl respeto es un lenguaje universal. Nadie tiene derecho a herir a quien nos dio la vida, ni con golpes ni con palabras que dejan cicatrices. El amor verdadero no lastima: cuida, abraza, protege. "Amar al prójimo como a uno mismo" (Marcos 12,31) no es una sugerencia, es un camino.

   Nunca les gritenEl grito nace del orgullo; la escucha, de la humildad. Si hay desacuerdo, hablemos con calma. Un "¿cómo te sientes?" vale más que mil reproches. "La paciencia y la mansedumbre son signos de fuerza, no de debilidad" , les recuerdo.

   Nunca los ignorenEstar presente no es estar físicamente allí. Es mirarlos a los ojos, escuchar sus historias, permitirles que sigan siendo protagonistas. Un café compartido, una carta escrita a mano… Pequeños gestos que dicen: "Tu existencia importa" .

   Nunca les reprochen lo que hicieron por ustedesCon sus limitaciones, nuestros padres nos dieron lo que pudieron: un techo, un plato de comida, una lección de vida. No exijamos perfección. Muchas veces, su amor fue silencioso, como la raíz que sostiene un árbol sin pedir reconocimiento. Agradecerles no es olvidar, sino reconocer su esfuerzo.

   Nunca los abandonen en su vejezCuando llega la edad dorada, no los dejemos solos. La vejez no es un castigo, sino un testimonio de vida. ¿Acaso no estuvieron ellos allí cuando aprendimos a caminar? Ahora es nuestro turno de caminar con ellos, de sostener sus manos temblorosas y recordarles: "No estás solo. Yo estoy aquí" .

   Nunca los pongan en segundo plano por convenienciaEl tiempo es un regalo que no se repite. Una visita hoy puede ser la última sonrisa que necesitan. Priorizarlos no es sacrificar nuestra vida, es entender que su presencia es un legado que nos enriquece. Un padre o madre no es un trámite burocrático: es un hogar.

   Nunca los usen solo cuando los necesitanEl amor verdadero se demuestra con constancia, no solo en momentos de necesidad. Si hoy los llamas solo para pedir algo, mañana podrías perder la oportunidad de decirles: "Te quiero" .

 

Hermanos, el mandamiento de honrar a padre y madre no es antiguo: es revolucionario. En un mundo que desecha lo viejo, nosotros somos llamados a cuidar lo que da sentido. Porque detrás de cada anciano hay historias de guerra, de esperanza, de amor que resistió tormentas.

Hoy les pido: miren a sus padres como a un árbol . Sus ramas quizás se sequen, pero sus raíces aún nos sostienen. No los ignoren, no los humillen, no los dejen solos. En ellos está la memoria de quiénes somos, y en nuestro amor, la promesa de un futuro más humano.

Compartan este mensaje si creen que honrar a los padres es un acto de justicia, de gratitud y de fe


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