Te extraño más que nunca…
y no hay remedio.
Las mañanas me duelen,
porque despierto
y tú no estás.
Solo queda el eco
de tu risa escondida entre
recuerdos.
El mundo sigue su curso,
la gente va y viene,
la ciudad respira a su ritmo,
pero todo es distinto…
todo es gris.
Porque tú eras mi color.
El espejo ya no miente:
hay alguien frente a mí que
no reconozco.
Sin ti me he vuelto sombra,
rutina,
suspiro.
Mi reflejo también te
busca.
Y me hace falta… tú.
No hay nada más difícil que
seguir adelante
cuando lo único que uno
quiere
es regresar al momento
donde aún te tenía.
El cuerpo guarda tu
ausencia
como una cicatriz
invisible,
y en cada escalofrío
te nombra.
Si no te hubieras ido,
quizás hoy estaría
sonriendo.
Quizás el café sabría distinto.
Quizás el tiempo no pesaría tanto.
Quizás… simplemente,
sería feliz.
Pero te fuiste.
Y ahora lo único que me
queda
es aprender a vivir sin ti…
aunque no sepa cómo.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios