“Has
todo por amor y para el amor, haciendo buen uso del tiempo presente, y no estés
ansioso sobre el futuro.”
“Hay personas que se sumergen totalmente en la oración
como los peces en eI agua, porque están totalmente entregadas al buen Dios. Su
corazón no esta dividido. ¡Cuánto amo a estas almas generosas! San Francisco de
Asís y santa Coleta veían a nuestro Señor y hablaban con del mismo modo que
hablamos entre nosotros.”
“Hermosa obligación del hombre:orar
y amar”
“Hijos míos, vuestro corazón es pequeño, pero la oración
lo dilata y lo hace capaz de amar a Dios. La oración es una degustación anticipada del cielo,
hace que una parte del paraíso baje hasta nosotros. Nunca nos deja sin dulzura;
es como una miel que se derrama sobre el alma y lo endulza todo.”
“Incluso cuando Dios parece guardar silencio ante la
opresión, la injusticia o el sufrimiento, sigue amando al ser humano y sale en
su ayuda si es invocado”.
“Inculturación es lo que permite a la Iglesia encarnar el
Evangelio en las diferentes culturas, asumiendo lo que hay de bueno en estas
culturas, y renovándolas desde su interior. La inculturación constituye un
camino hacia una plena evangelización para que todo hombre pueda acoger a
Jesucristo en la integridad de su ser personal, cultural, económico y político,
de cara a su plena y total unión con Dios Padre y de una vida santa bajo la
acción del Espíritu Santo”.
“Jesucristo mira como hecho a Él mismo todo el bien o
todo el mal que hacemos a nuestro prójimo. Todos los cristianos forman un
cuerpo cuya cabeza es Cristo; quien hiere los miembros hiere también la cabeza.
¡Cuál no sería tu dicha, si pudieses dar de comer a Jesucristo, vestirlo y
consolarlo! Todo esto haces cuando realizas tus obras de caridad para con los
pobres. Aviva tu fe a fin de ver siempre a Jesucristo en la persona de tu
prójimo. Fácil te será entonces amarlo, honrarlo y hacerle el bien.”
“Jesús, te recomiendo mi mayor enemigo, mi mayor
adversario. Guíalo, acompáñalo, y si tu mano debe descargar sobre él,
descárgala sobre mí. Cólmale, Jesús, de bienes, no le abandones, consuélale.
¿Qué importa que a mí me abandones en mis dolores? Pero a él no; te lo
recomiendo ahora y para siempre. Cólmalo de bienes; el doble de todo el mal que
deseó hacerme. Y para mostrarte que le amo, mañana aplicaré por él la comunión.
Acaso él pensará y deseará hacerme mal; en cambio, nosotros le deseamos mucho
bien.”
“Jesús, ya que has venido, vuelvo a suplicarte por mi
pecador. Es hijo tuyo y hermano mío, sálvalo, Señor”…. El Señor, queriendo obrar como justo juez, se
oponía a las recomendaciones de su sierva; pero ésta, sin desanimarse, le
decía: “¿Por qué no me escuchas hoy? ¡Has hecho tanto por un alma
sola!.. ¿Y no quieres salvar ésta? ¡Sálvala, Jesús, sálvala…! Está bien; pero
Jesús, no hables así.. La palabra ‘abandono’ en tu boca, siendo como eres la
misma misericordia, suena tan mal, que no debes decirla. Derramaste tu sangre
sin medida por los pecadores, ¿y quieres ahora medir la cantidad de nuestros
pecados?” El Señor, a fin de mostrar a su sierva los poderosísimos motivos que
tenía para resistir, le manifestó una por una y con sus menores detalles las
culpas de aquel pecador… “Lo sé, Jesús, lo sé. Muchas son sus faltas, pero más
he cometido yo y me perdonaste. Sí, lo confieso, no merezco que me escuches.
Pero te voy a presentar otra intercesora por mi pecador. Es tu misma Madre
quien ruega por él. ¿Dirás ahora que no a tu Mamá? A Ella no le puedes decir
que no. Ya puedes contestar que has perdonado a mi pecador.”… “Está salvado,
está salvado, Jesús, venciste. Triunfa, triunfa siempre y triunfa así”.
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