A Patricia (35 años) la consumió la ira en un solo día . Su novio, con el que llevaba viviendo cinco años, le confesó que estaba enamorado de otra mujer y decidió empacar maletas y dejarla . Ella comenzó a romper fotos, a tirar platos e incluso le pegó a su pareja . Patricia, que posaba de ser controlado y no sufrir estrés (eso era una excusa para las más débiles) dejó que la rabia la controlara .
Susana (42) pensó que sufría de depresión, pero luego de intentar
salir de ella con terapias alternativas, se dio cuenta de que lo que la embargaba era una ira
descomunal. Un
error de uno de sus tres hijos la convirtió en una fiera que arremetió contra
los pequeños y hasta contra ella misma. “Tenía una fuerza increíble, rompí todo cuanto tuve al
frente, estaba fuera de sí, me
pegaba contra las paredes, empujé a los niños y los grité horrible…. Luego me di cuenta de mi rabia era contra mi marido,
siempre ausente, pero controlador absoluto, de mal genio, agresivo, celoso,
estricto”, dice.
Pero este no es un problema exclusivo de las mujeres. La
diferencia con los hombres, es que “a ellas no les está permitido expresar la ira porque entonces son las
brujas, regludas, menopáusicas, solteronas… y todo aquello que la sociedad
le achaca a una mujer cuando expresa su furia”. Eso ha llevado, a que las
mujeres se repriman y
cuando estallan, las consecuencias son muy graves.
Sin embargo, ocultar o disfrazar la rabia
tiene efectos adversos. Mientras que las rabiosas explosivas logran descargarse, las camufladas son las más
propensas a sufrir enfermedades psicosomáticas, como dolores de columna,
jaquecas, problemas de tiroides, cáncer y depresiones.
En países como Argentina, Paraguay y Chile
surgió un movimiento que se llama Elige la Calma, una iniciativa internacional para superar el
miedo y la ira. “La idea
es que aprendamos a enfrentar los problemas que se nos presentan todos los
días, hoy en día no sabemos qué hacer frente a situaciones de la vida,
estamos inseguros, no sabemos si actuar o esperar con paciencia, Elige la Calma
surge como una propuesta para responder a cada desafío de la vida cotidiana”.
La
ira tiene muchos hijos: “El odio, la rabia, el enfado, la intolerancia, la
impaciencia, la obsesión, la irritación llegan cuando queremos controlar a otro o cuando nuestras expectativas no se han cumplido. Son emociones que matan la capacidad de pensar y
actuar correctamente”.
Una
buena solución es aprender a meditar
Se debe buscar un lugar tranquilo. Antes del
trabajo es ideal utilizar música suave o el sonido de la naturaleza, al menos
para empezar.
No meditar donde hay mucha luz o imágenes que
puedan distraer.
Dialogar
internamente es hablar consigo mismo y con Dios.
Medita
por un tiempo determinado (15 minutos) y aumenta el tiempo
de forma periódica.
Después de meditar, no entre inmediatamente en
acción. Regálese un
tiempo, aunque sean dos minutos, para que la mente vuelva a conectarse con el
mundo
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