Nuestro cuerpo está formado por millones de células y
dentro de cada una de estas células existen unas estructuras llamadas
mitocondrias. Las mitocondrias producen algo llamado ATP (Adenosín Trifosfato)
que el cuerpo humano utiliza como energía.
Podríamos decir
que las mitocondrias son algo así como la planta energética de las células.
Dicho de manera un poco burda, sin mitocondrias no habría ATP y sin ATP no
tendríamos energía.
Se ha demostrado que el ejercicio físico incrementa la
producción de mitocondrias que a su vez pueden producir más ATP que se traduce
en más energía para el cuerpo.
Y cuando hablo de cuerpo también incluyo al cerebro, ya que las neuronas
también son células.
Para conseguir
estos beneficios no es necesario matarnos a hacer deporte. El deporte moderado es
suficiente. En un experimento llevado a cabo en la Universidad de Georgia se
dividió a los participantes en 3 grupos.
Durante 6
semanas el primer grupo realizó sesiones de deporte intenso, el segundo grupo
realizó deporte moderado y
el tercer grupo sería el grupo de control y no haría nada de deporte.
Durante las 6
semanas del experimento les fueron preguntando a los participantes cómo sentían
que estaban evolucionando sus niveles de energía. Los resultados fueron claros.
Los dos grupos que
hicieron deporte (intenso y moderado) afirmaron sentir que sus niveles de
energía se estaban incrementando. Por el contrario el grupo de control
(que no había hecho deporte) no informó de ningún incremento en sus niveles de
energía.
Es importante señalar el hecho de que
los dos grupos que habían hecho deporte (intenso y moderado) afirmaron tener
niveles de energía similares.
Es decir, no era necesario pegarse palizas deportivamente hablando para que los
niveles de energía se incrementaran. De hecho los que habían realizado deporte
moderado afirmaron tener menos sensación de fatiga y cansancio que el grupo de
deporte intenso.
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